El escultor Gregory Pototsky abordó un taxi a la puerta de su hotel y dijo que quería ir
al ministerio de la cultura de Cancún, el taxista lo condujo primero a la Casa
de la Cultura de Cancún y luego al Instituto de Cultura y las Artes de Cancún, de
casualidad se entrevistó con su director, Alejandro Ramos, y sin más, ofreció
donar una escultura de Yuri Valentinovic Knorosov a la ciudad de Cancún.
En aquellos soles, colaboraba con el Instituto de la Cultura
y las Artes y le insistí a Alejandro que era muy importante dejar testimonio gráfico
de la colocación de la escultura por diversos significantes: primero porque la
escultura daría identidad y pertenencia a los cancunenses, en segundo término
se dignificaría el legado de Knorosov –hice de su conocimiento que en México
finalmente se estaba pagando una deuda con el maestro ucraniano quien descifró
el sistema básico para leer y comprender la escritura jeroglífica maya—y en
tercer lugar, podría convertirse en un atractivo turístico, le sugerí publicar
un libro y realizar un video, le informé
que era preciso el registro gráfico porque genera identidad, arraigo,
pertenencia… justamente todo lo que carecemos.
Durante la inauguración de la escultura de Yuri Valentinovic
Knorosov que regaló Gregory Pototsky a Cancún, fui el único orador que presentó
un discurso reflexionado y escrito, tal y como lo determina el protocolo, expliqué
el método que desarrolló Knorosov para descifrar la escritura jeroglífica maya,
sus aportes y la trascendencia de su descubrimiento, narré algunos desventurados
pasajes de su vida provocados por la simulación socialista revolucionaria y
luego me referí a la deuda histórica que México y El Mundo Maya pagaban a la
memoria de Knorosov. Señalé la
importancia del regalo de Gregory como referente visual para los cancunenses
quienes a partir de ese momento podrían conocer el rostro del maestro Knorosov
y deleitarse con la capacidad compositiva del famoso escultor ruso.
Dada la calidad del autor, la obra en bronce tiene un precio
estimado en el mercado de arte de 300 mil dólares y el día de su inauguración
hubo bailables yucatecos, grupos escolares acarreados, festejos al artista, una
ceremonia contemporánea maya y discursos, palabras. En mi discurso mencioné que
la palabra transfigura al mundo y corporeiza a los objetos, da sentido a la
relación con los sujetos, zurce y labra, acomoda o incomoda, viaja por el
viento y puede provocar graves silencios, la palabra en el mundo precolombino
tenía un valor sustancial, vital, definitivo. Por ello el rey maya se nombraba
“ahau” que significa el que habla, el que determina…
En su momento agradecí la opción de colaborar gratuitamente
con el Instituto de la Cultura y las Artes de Cancún, sin embargo, declararse
incluyente no garantiza ser congruente. En tanto, la escultura testimoniaba la
condición humana y de pronto un día pasé por ahí y ya no estaba, llamé al
Instituto y me dijeron que en efecto, se había caído y que la iban a colocar de
nuevo. Lo último que recuerdo haberle escrito a Alejandro es que no se le
olvidara colocar la escultura de Knorosov y que sobre todo “que la cimentara bien”
porque cuando fui a ver la piedra que la sostenía, aprecié que el corte era
neto, profesional y no se había caído como se había informado, más bien había
sido violentada.
Pasó el tiempo y se volvió a colocar la escultura de
Knorosov, excelente, pero, el domingo pasado, ahora sí se la robaron. La
Presidenta de la Asociación Civil Identidad Histórica y Cultural de Cancún,
Tiziana Roma, se percató que no estaba el domingo por la noche, denunció en
facebook el hurto y ahí seguimos la secuencia de los hechos, fue así como
constamos que hasta el martes y azuzado
por Tiziana, Alejandro realizó la denuncia, horas mas tarde se encontró la
escultura de Knorosov en un negocio de chatarra, le faltaba el copete y los
jeroglíficos de los extremos fueron desmontados.
De inmediato circuló una nota periodística en la que se daba
testimonio de la prontitud con la que se capturó al poseedor de la escultura
aunque el chatarrero afirmó que alguien llegó y se la ofreció por 4 500 pesos,
el chatarrero fue exhibido en las reglamentarias fotografías y luego dejado en
libertad porque sencillamente no fue capturado en el momento del hurto sino en
la posesión de la escultura, además de no estar reglamentado y catalogado el
patrimonio tangible de Cancún, como quien dice, es un caso resuelto sin
resolver y no existe registro de la Escultura de 300 mil dólares que nos regaló
Pototsky.
Sólo en México sucede que una ciudadana vigilante y con
conciencia cívica informe al gobierno del hurto de una Escultura del Patrimonio
Urbano, se encubra la falta de seguridad y previsión destacando la captura del
poseedor de la escultura y luego se le libere, no hay culpables, aquí no pasó
nada, ahí luego les volvemos a poner su escultura y felicidades al cuerpo de
rescate.
Así nos la pasamos, cegados por la simulación y la forma…
Del cielo les cayó, se hicieron pelotas con la magnitud de
la responsabilidad y finalmente nunca supieron que hacer con ella, vamos, ni
siquiera pudieron en dos ocasiones
colocarla con firmeza… “los cánones indican que debe haber una bonita
inauguración y ahí luego le ponemos la placa de bronce para que diga quien la
hizo, y si pasa el tiempo y no la colocamos, pues no importa, total, luego
hasta de nombre le cambia la gente…“ Pero todos se pusieron con los pelos de
punta cuando supieron primero que desapareció y después que cuesta 300 mil dólares
y por eso la encontraron rápidamente, aunque rota, vejada y acompañada de
chatarra, no hay culpables. Muy misterioso, si desapareció desde al menos el domingo ¿por qué no estaba
ya fundido una parte del bronce? ¿Dónde quedó el copete de la escultura? Se
precisa de un equipo de cargadores para transportar la escultura de Knorosov así
que no puede alguien llegar a la chatarrería, sacar la escultura de la cajuela,
ponerla en el mostrador y pedir por ella 4 500 pesos…
Hace unos años,
enfrente del Palacio Municipal, también se robaron los niños de la
fuente de la artista Carol Miller, después de algunas investigaciones y
denuncias públicas, de pronto aparecieron y supuestamente están arrumbados en
una bodega. Su historia también es trágica porque fueron robados, luego bañados
con una ostentosa pátina dorada (chécate el gusto del ladrón que bañó de oro al
bronce...) así que supuestamente ya se encontraron, se mostró una foto y todos
contentos, pero nadie los ha exhibido ni mucho menos se ha comprobado que son
ellos y habrá que regresarlos a su
lugar original aunque ahora son dorados. El Museo de Arqueología de Cancún, se
declaró inservible después el Huracán Willma y desde entonces no se ha
informado públicamente dónde se encuentran las piezas que ahí se exhibían y
así, nuestro Patrimonio Urbano e Histórico se fragmenta, se rompe, se olvida.
Los artistas de pronto, generosamente regalan esculturas a
las ciudades, tal es el caso de Pototsky, sin embargo, otros escultores
cancunenses también han regalado esculturas a su ciudad y han sido olvidadas,
como la escultura de Renato Dorffman llamada la Gota, situada en el cruce de la
Yaxchilán y la Labná, bellísima obra que originalmente es una fuente pero no le
vierten agua porque luego los malosos le avientan una bolsa de jabón de
lavadora y la calle se torna una pista de patinaje. La escultura de Juan Rojas “El
Mensajero del Viento”, ubicada enfrente de la oficina de Correos, ha sido
olvidada y grafiteada, nunca se le colocó siquiera una placa con el nombre del
autor y de la escultura, aún y cuando fue un regalo de un artista a su ciudad
caray… o el maestro Otoniel quien en los muros de la Copa de la Labná está
pintando un sensacional mural y de pronto impunemente es grafiteado con
grotescas firmas.
Es verdad que la ingravidez política está cañona, pero más
aún nuestra complicidad con el desarrollo involutivo que toleramos. Alarmante
nuestra capacidad de ignorar los valores cívicos y lúdicos que permiten un
desarrollo equilibrado entre lo sutil y lo necesario. El silencio colectivo es
lo que considero aún más terrible porque acepta el yugo impuesto por nuestra
displicencia, entonces los eventos y la historia se atascan en la simulación y
es por ello que “rescatamos de la chatarra” las obras de arte que nos regalan.
Una escultura, es cultura…
Es profundamente triste la falta de valor que le damos a las obras de los artistas, considero que la falta de educación y respeto a la que los mexicanos hemos llegado se ve reflejado en el vandalismo y en los robos, sin dejar de mencionar la incapacidad de las autoridades por supervisar, cuidar y valorar estos maravillosos presentes.
ResponderEliminarEn Puebla, también nos hemos visto envueltos en el hurto de obras religiosas principalmente, donde !nadie vio nadie supo!, y el hecho es que aparecen en colecciones privadas sin poder recuperarse.
Estamos en un país donde la avaricia es capaz de superar el valor cultural de una ciudad y un país.
Como siempre, gracias por tus escritos y espero de todo corazón que cuando visites Puebla, tengamos el gusto de compartir...
El arte es la expresión sublime del alma... corresponde a los ciudadanos reconocer nuestro patrimonio histórico y protegerlo de la displicencia burocrática. Lo de Puebla es realmente alarmante, lo he seguido desde hace años... gracias amiga Rosaura, cuando puedas envíame un correo a literaturaymundomaya@gmail.com para estar en contacto porque no tengo el tuyo, gracias por la invitación, muy amable, ojalá pronto... saludos cordiales. Claudio
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