El
pasado miércoles 8 de agosto dicté en la Casa de la Cultura de Cancún una conferencia
sobre los Textos Sagrados Mayas, inicié presentando los orígenes paleolíticos de
la escritura jeroglífica maya y su relación con el lenguaje de los cazadores, así
se explica la cantidad de manos en diferentes posiciones que aparecen en los jeroglíficos.
Petroglifos de la Sierra de la India, Mapimi
Las manos en el lenguaje jeroglífico maya
Para
mantener un equilibrio con sus ecosistemas, las sociedades de cazadores precisaban
del acecho, del silencio y de la ayuda de las fuerzas divinas que provenían de
la otredad, a la cual, el chamán tenía acceso cuando cantaba, danzaba y realizaba
sus viajes estáticos, así trascendía el terrestre plano existencial y se tornaba
intermediario con lo divino.
Las
sociedades mayas heredaron un sistema agrícola de los pueblos zoques y olmecas
sustentado en el culto al dios del maíz y a la veneración de sus hijos en la
tierra que llamaron ahauob’ (Señores de la Palabra), reyes que gobernaron con
la autoridad de la palabra. En algunas ciudades como Tikal existe el registro
de las dinastías desde el siglo III d. C hasta el IX, el recuento dinástico es
casi completo en ciudades como Yaxchilán, Calakmul, Palenque, Toniná, Piedras
Negras entre otras. Se tiene el recuento de un poco más de 150 ahauob’ e Xahauob’
(Señoras de la Palabra).
El
acto de sembrar era sustancial para las sociedades agrícolas mayas, el
jeroglífico que se utiliza para “descender”, es una mano de perfil que entre
los dedos cuenta con unos granos de maíz y está a punto de soltarlos, pero para
escribir “fueron, pasó, sucedió” se coloca una mano como cuando nosotros
decimos vámonos o muy parecida a la de los agentes de tránsito cuando indican
que debemos circular con rapidez en horas pico. Así que el lenguaje y las
experiencias de las sociedades de los cazadores y agrícolas, fundamentaron e
influenciaron de igual manera a las formas de los jeroglíficos en la escritura
maya. Esta grafía nos revela también que la religión maya conservó rasgos del
chamanismo.
La
Palabra en el mundo precolombino fue utilizada como vehículo para comunicarse
con las entidades divinas, los Señores de la Palabra eran la encarnación divina
del Dios del Maíz y los súbditos atendían a su palabra. Al contario de otras
sociedades originales, como las mesopotámicas, en las que la escritura se
desarrolló por la necesidad de contabilizar el excedente de producción
agrícola, en la Civilización Maya, la escritura fue el vínculo divino que
sustentó al poder en los tronos durante el periodo de los ahauob’ que los
especialistas llaman Clásico.
A
pesar de la depredación del fundamentalista franciscano Fray Diego de Landa, se
salvaron un poco más de 10 mil textos jeroglíficos que podemos leer en
inscripciones, cerámica ritual, tres códices, objetos rituales de madera,
huesos y conchas marinas entre otros materiales.
Durante
la conferencia presenté el texto jeroglífico maya más antiguo que data del
siglo III a.C y se localizó en el interior de la Pirámide de las Pinturas de
San Bartolo, Guatemala por el arqueólogo Boris Beltrán. En él descubrimos una
insipiente escritura maya a base de pictogramas y, según mi traducción, el
texto menciona a uno de los primeros Señores de la Palabra llamado
Pájaro-Nocturno-Simio.
Presenté
igualmente mi propuesta de lectura a los jeroglíficos de los murales de
Calakmul en los que una mujer de la nobleza maya –a quien he identificado como
la Señora Cielo del Norte— aparece vestida con un sensual atavío
semitransparente de color azul y ofrece atole sagrado al pueblo en una
ceremonia relacionada con un ciclo de 9 años de 360 días. Extraordinaria
resulta la calidad plástica y caligráfica de los artistas mayas que realizaron
los Murales de Calakmul, nos muestran un gran sentido del humor al pintar de
rojo el rostro de una mujer que está pujando para levantar con su cabeza una
enorme olla de barro, en otra escenas se observa a
un señor bebe que lo bebe a sorbos lentos en tanto los jeroglíficos a su lado
dicen: “Su atole caliente” aún no han sido del todo descubiertos y nos aguardan
sorprendentes escenas de la vida ritual maya.
Murales de Calakmul
Museo Canadiense de Civilizaciones de Gatineau
Recibí
la invitación para dictar 3 conferencias en el Museo Canadiense de
Civilizaciones de Gatineau, a la ocasión de la muestra “Los secretos de la
civilización maya” que reúne piezas provenientes de museos de Europa, México,
USA y Canadá así como de colecciones privadas, en ella, hay piezas que nunca
antes se habían exhibido y algunas tienen poco tiempo de haber sido encontradas
en las excavaciones arqueológicas. En la muestra aparecen los dinteles 15 y 17
provenientes del Museo Británico de Londres, extraordinarias piezas del Arte
Sacro Maya que nos muestran las sangrías que realizaba la realeza maya para
entrar en contacto con las serpientes de visión. Fui ya en dos ocasiones al
museo de Gatineua a visitar la muestra maya y he traducido el contenido jeroglífico
de los dinteles 15 y 17 de Yaxchilán. A continuación narro un fragmento de su mágico contenido.
Durante
los reinados de Itzamnaaaj B’alam II y Pájaro Jaguar, las Xahauob’ de la ciudad
de Yaxchilán aparecieron en los dinteles atravesándose una cuerda por la lengua
y, bañada en sangre, caía sobre un recipiente que contenía papel amate y copal,
luego todo era quemado y del humo
emergente aparecían las Serpientes de Visiones con quienes dialogaban a la
ocasión de una guerra por venir, el nacimiento de un heredero al trono o
celebrar una batalla… de la misma manera que los chamanes dialogaban con la
diosa Sedna de las aguas del inframundo boreal, así entonces, los ritos
chamánicos que se originaron en Norteamérica se perpetuaron en la religión maya
en éste tipo de ceremonias de invocación en las que por motivos políticos, participaban
también las mujeres.
Dintel 17 de Yaxchilán
Dintel 15 de Yaxchilán
El Tambor de Cuerda Maya
El
maestro René Lemus reconstruyó un tambor de cuerda a partir del de un dibujo
proveniente de un vaso ceremonial para beber chocolate. El Instrumento
tiene en un costado dibujado un
jeroglífico que se lee Ik’ que significa “viento” es un tambor de cuerda, el
único que se ha ubicado en el llamado “Nuevo Mundo” y después de 1 200 años, el
laudero quintanarroense René Lemus le ha dado forma y sonido, suena a rugido de
jaguar, por ello se llamó Ik’ B’alam (aliento de jaguar) y recientemente lo
presenté en el Festival Internacional de Percusiones de Longueuil. Durante la
conferencia, escuchamos una grabación que el maestro René Lemus realizó con Ik’
B’alam.
La
noche del miércoles 8, escuchamos palabras y a un tambor que estuvieron en
silencio por más de mil años, conocimos entonces sus significantes y la
profundidad sonora de la selva, hicimos tangibles algunos fragmentos de la
Historia Maya.
Nunca esta por de mas decirlo: Que interesante¡¡¡¡
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