Fotografías de Claudio Obregón Clairin.
Los
ahauob (reyes mayas) invocaban a entidades divinas o consciencias inorgánicas
que activamente participaban en su cotidiano y determinaban su destino bajo un
orden calendárico. El universo de los mayas históricos era ritual y cíclico, las
guerras estuvieron condicionadas a las posiciones que ocupaba en el horizonte
el planeta Venus y con precisión observaron, siguieron y midieron los ciclos
sinódicos (tiempo que toma un planeta en dar una vuelta al Sol) de Marte,
Venus, Júpiter y Saturno quienes transitan alrededor de la Eclíptica, que es la
banda imaginaria que va del Este al Oeste y por la cual, además de los planetas
mencionados, también se desplazan la Luna, el Sol y al fondo 13 constelaciones,
para nuestros mayores, la Eclíptica era una serpiente de dos cabezas y propongo
que las dos cabezas son el Sol y la Luna.
Fotografía tomada de Internet, se observan los Tres Mundos Mayas y la Eclíptica del Este al Oeste.
Los
mayas observaron a la Eclíptica como si fuera un engranaje de una caja fuerte
al que se le dan ciertas vueltas a la derecha y otras tantas a la izquierda
hasta que la correcta combinación abre la puerta. El engranaje se compone de
tres niveles, en el primero circulan el Sol y la Luna (la Luna al igual que
Marte, son los únicos cuerpos celestes que observados desde la percepción
terrestre “meten reversa unos días para luego seguir avanzando”), en un segundo
nivel, se ubican los planetas y en el plano más lejano, circulan 13
constelaciones.
Los
monumentos pudieran ya estar concluidos pero no se “inauguraban - bendecían”
inmediatamente después del último brochazo, como sucedió con la inauguración
del Templo de la Cruz, en Palenque, en la que K’inich K’an Balam esperó a que sobre
la Eclíptica estuvieran presentes Júpiter y Saturno y, al igual que sucede con
la caja fuerte, se “abrieron los canales energéticos” que contactaban a los
reyes divinos mayas con el movimiento planetario y las entidades divinas.
Estas
expresiones de una “religión chamánica” en la que los objetos se tornan objetos
nos explican la importancia del rol social del ahau (rey) quien era considerado
como una representación divina sobre la tierra y su parentesco con los dioses
mitológicos era la fuerza vital que sustentaba su Poder.
La Divina Política del Macanazo
Los
mayas compartieron una misma visión del universo, un origen mitológico común,
pero cada ciudad tenía sus propios dioses o entidades divinas, Palenque, por
ejemplo, fue una ciudad que en diversas ocasiones sufrió invasiones y
asesinatos de sus ahauob a manos de los gobernantes de Calakmul y Toniná,
entonces, el Ch´ulel (energía vital que contiene la sangre) de la familia real
de Palenque, históricamente se transmitió por medio de las Ixahauob (reinas).
Es por ello que en Palenque, la Diosa Madre Garza fue venerada como diosa
tutelar al contrario de lo que ocurrió en otras ciudades mayas donde ni
siquiera se le menciona.
Templo de las Inscripciones y al fondo el Templo del Sol, Palenque, Chiapas.
Durante
el reinado del famoso ahau de Palenque, K´inich Janaab’ Pakal K´in (enterrado
en el Templo de las Inscripciones) la ciudad se mantuvo en relativa independencia
y fue aliada de Tikal, sabemos que en 659, Pakal mismo recibió y ayudó al ahau
de Tikal, Nuun Ujol Chaak quien desde hacía dos años erraba por el Mundo Maya
porque había sido expulsado de su reino y perseguido por el implacable ahau de
Calakmul, Yuknoom Ch’een II.
Cuando murió
Pakal, su hijo K´inich K´an B´alam II contaba con 48 años y ascendió al trono
el 7 de Enero de 684 y gobernó durante 18 años. Tomó a su cargo la culminación
de la construcción del Templo de las Inscripciones donde fue enterrado su padre
y poco tiempo después, edificó tres magníficos templos que hoy llamamos del
Sol, de la Cruz Foliada y de la Cruz.
A pesar
de recientes excavaciones en los templos construidos por K’inich K’an B’alam II,
aún no se ha encontrado su tumba. Una escultura ubicada en el Museo de Sitio de
Toniná muestra a un cautivo llamado K´an Balam quien podría explicarnos el
trágico final del ahau de Palenque y por ello no se ha localizado su tumba,
aunque es importante mencionar que entre las dinastías mayas se repiten los
nombres de los ahauob por lo que pudiera tratarse de otro ahau y no el de K’inich
K´an B´alam II.
El
hermano de Kinich K´an B´alam II, Kinich K´an Joy Chitam II, ascendió al trono
a los 57 años y gobernó durante 9 hasta que fue capturado por el temible ahau
de Toniná, K´inich B´aaknal Chaak.
La
fotografía de arriba, muestra al desafortunado K’inich K´an Joy
Chitam II empotrado en un nicho, amarrado, sometido y triste --aunque se le
representa más jóven del hombre anciano que era-- y para que el acto de
sumisión dejara huella, se llamó a un artista escultor de Palenque para que
fuera él quien esculpiera a su señor sometido por K’inich B´aaknal Chaak, pero…
¿quién fue este ahau de Toniná? Se trata de un extraordinario guerrero quien a
la edad de 35 años llegó al poder, desconocemos si su antecesor, el Gobernante
2 fue su padre, lo cierto es que éste, tuvo un final deshonroso a manos de K’inich
K´an Balam II, ahau de Palenque y hermano del infortunado K’inich K’an Joy Chitam.
Antes
de la captura de K’inich Joy Chitam, K’inich B´aaknal Chaak intentó tomar
revancha y dirigió una Guerra Estrella (guerra nocturna que se realizaba cuando
al atardecer se veía a Venus sobre el horizonte) contra la ciudad de Palenque,
aunque su propósito era tomar como prisionero a K’inich K´an Balam II, el ahau
de Palenque se escapó pero en la huida alcanzó a capturar al sahal (noble)
K´awiil Mo´ quien públicamente fue denigrado, martirizado y ejecutado en la
ciudad de Toniná.
K’inich
B´aaknal Chaak conquistó varias ciudades tributarias de Palenque y para el año
693 había colocado a Toniná como un suprareino con amplia autoridad en el río
Usumacinta, en los altos de Chiapas y en el Golfo de México.
K’inich
B´aaknal Chaak murió en 708 y ascendió al trono de Toniná el Gobernante 4. Palenque
tuvo que esperar hasta el año 721 para recuperar su independencia con la ascensión
al tono de K´inich Ahkal Mo´ Naab´III.
K'inich B'aaknal Chitam II, ahau de Toniná, Chiapas.
Todo se puede con la ayuda divina
Las
ciudades mayas fueron Ciudades Estados dirigidas por dinastías emparentadas con
entidades divinas que se invocaban para la guerra y por ello las guerras mayas
fueron guerras divinas en las que no participaban grandes ejércitos sino
pequeños grupos de adiestrados guerreros que acompañaban a los ahauob (reyes) y
sahalob (nobles gobernantes) en expediciones nocturnas para que acechando al
enemigo, lo tomaran prisionero en combates cuerpo a cuerpo donde no se
asesinaba al contrincante sino que se inmovilizaba para llevarlo cautivo a la
ciudad de los vencedores y, como era hijo de las entidades divinas vencidas, su
sangre divina “Ch´ulel” era ofrecida ritualmente a las consciencias divinas
victoriosas.
Estos
rituales derivaban en la sumisión de los pueblos vencidos quienes pagaban
enormes tributos y ofrecían la mano de obra para construir enormes pirámides;
en el caso de Toniná, las conquistas de K’inich B´aaknal Chaak y del Gobernante
8 (aún no se ha podido traducir su nombre) condujeron a los mayas de Toniná a
construir la pirámide más alta de México, mide 75 metros de altura y en sus
siete basamentos se localizan habitaciones, tumbas de algunos ahauob y
distinguidos sahalob (nobles), se conserva un friso decorado con escenas
alusivas a las diferentes eras o épocas que existieron antes de nuestro tiempo
así como esculturas de sus dignatarios en comunión con sus entidades divinas.
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