El maestro entrecerró sus ojos para ver y preguntó a su
discípulo...
--¿Por qué sonríes si ni siquiera resolviste la parte inicial
del enigma?
El aprendiz miró a su maestro con gratitud, se levantó y junto a
la puerta le contestó:
--No es preciso conocer las respuestas de los enigmas, sino
vivirlos...
Caminó por un erial con fondo rojo reflexionando:
El presente es inasible y se ubica entre mis palabras y mi
lectura, entre mi aliento y mi cuerpo, entre mi deseo y mi sueño...
Dice que la vida es lo evidente,
lo palpable, lo presente,
pasa, se gasta...
la vida como el agua fría es la sorpresa del invidente,
la vida es detenerte en la caricia, en lo ausente...
En aquellas arenas donde nada es cierto,
pasean los mitos con el corazón extirpado al Templo
y la realidad es la
ensoñación de un Yo que no existe...
Los maestros me han dicho
que con enunciados y reflexiones, presurosos dibujamos el contorno de nuestra
circunstancia; sin embargo, la circunstancia es circunstancial y se apropia del
fuego que ilumina; cobija a las necesidades propias del individuo que lo
enciende…
...el aprendiz se descubrió
caminando en la selva, reconoció que su búsqueda espiritual lo había aislado
del mundo que hemos creado dentro del mundo, un venado cola blanca rumiaba con
la mirada fija en sus manos; el aire se hizo ligero y volvió asible lo
intangible; un breve silencio desfiguró las fronteras y el aprendiz dejó de
cuestionarse.
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