El desconocimiento de la realidad histórica maya
conduce a la especulación y tergiversa su pasado milenario. Así, mafufamente algunas
personas ubican contactos extraterrestres de los mayas, los consideran
galácticos y provenientes de la Constelación de Orión o que poseían un sentido
social de confraternidad y respeto a la Madre Tierra.
Hoy, la lectura de su escritura, los vestigios
arqueológicos y los estudios de antropología física nos indican que los mayas
históricos fueron tan violentos como nosotros, que provocaron grandes
deforestaciones y en su historia milenaria contaron con diferentes tipos de
gobiernos, en ocasiones dirigidos por un ahau (rey) en otras por un grupo de
dignatarios (Halach Uinicob’) y en ningún texto maya se hace referencia a la
Madre Tierra.
Ciertamente los mayas históricos nos legaron un
testimonio escrito para comprender su legado e inquietudes. Sin embargo, las
inscripciones relatan la historia de los mayas unicamente desde el s. III hasta
el inicio del s. X. Es una escritura sagrada porque vincula a
los seres humanos con el ámbito divino pero sustancialmente se trata de una
propaganda política de los gobernantes.
Los mayas utilizaron
la escritura para sustentar el Poder de los ahauob’ (reyes) y su diálogo divino
no era con dioses sino con entidades divinas. Un Dios es omnipresente,
omnividente e invisible, su presencia implica un comportamiento ritual, moral y
ético porque castiga y premia, nos vigila y vivimos con un sentimiento de
persecución. Las entidades divinas mayas, por el contrario, se invocaban, se
evocaban y se hacían presentes a través de rituales de sangrías, ejecuciones de
enemigos, en la guerra, al consagrar un monumento, en las ascensiones al poder
etc. Las entidades divinas están en equidad con los individuos, se vuelven sus
aliados, interactúan con ellos, se hacen presentes y tangibles a través de
hierofanías, la danza, las serpientes de humo o con los objetos-sujetos.
Las entidades divinas
habitan en los 3 Mundos (cielo, tierra y submundo), algunas ciudades mayas
invocaban a entidades divinas propias y las llevaban a las batallas blandiendo
y azuzando sus imágenes ya que ellas también participaban en las guerras.
Cuando por una terrible sequía hacia el s. IX, se fracturó el orden político y
económico de los pueblos que configuran la civilización maya del Clásico, la
relación con las entidades divinas se transfiguró y suspendieron su escritura ¿Por
qué? Cuando los ahauob’ perdieron el contacto con las entidades divinas y dejó
de llover, su autoridad se desfiguró y con ella su relación epistolar con lo
divino. Si los nuevos gobernantes mayas del Postclásico se llamaban Halach
Uinicob’ --que significa Hombre Verdadero-- es porque los ahauob’ resultaron
falsos delante al colectivo y la escritura dejó de simbolizar el contacto
individual con lo divino.
En esa
transfiguración, a partir del s. XI la arquitectura maya también experimentó
radicales cambios, aparecieron enormes plazas, espacios públicos y enormes
Ptizob’ (Juegos de Pelota), el contacto con lo sagrado se extendió hacia otros
sectores de la sociedad maya y el colectivo participó de los rituales, en tanto
que durante el periodo de los ahauob’, la arquitectura y los espacios sagrados
fueron íntimos porque el contacto con el ámbito divino era un exclusivo garante
político de los ahauob’.
Cuando referimos la
historia de algunas ciudades mayas del Clásico, nos encontramos con que la
mayoría de las dinastías se fundaron entre el siglo III y IV, ciertamente hubo
ciudades con ahauob’ legendarios y míticos en su fundación pero en ocasiones la
Historia se ajustaba a los intereses de la dinastía reinante y se borraba el
pasado destruyendo las estelas antiguas. Tenemos el caso por ejemplo de
Yaxchilán que de ser una pequeña ciudad pasó a ser una Ciudad Estado cuando uno
de sus reyes, Itzamanaaj B’alam II, aprovechó el vacío político que dejaba
Calakmul en su lucha contra Tikal y controló la ruta comercial del Usumacinta.
Ahora bien, aunque Itzamnaaj B’alam II dejó inscritas sus batallas y
preferencias maritales, fue su hijo Yaxun B’alam IV quien reescribió la
historia de Yaxchilán colocando a su madre (La Señora Cráneo) en la trama
histórica inscrita en piedra (había sido ignorada por su padre) y relata danzas
con báculos y ceremonias que realizó con su padre dando su visión de la
historia que ahora ponemos en duda su veracidad ya que antes de su reinado hubo
10 turbulentos años en los que en Yaxchilán contó con un interregno y
desconocemos realmente qué pasó durante esos años.
En ocasiones la
majestuosidad de una ciudad maya es el resultado de grandes estadistas, tal es
el caso de Palenque que a pesar de con anterioridad padeció dolorosas derrotas
y vivió durante el periodo de grandeza de Tikal, se mantuvo vigorosa en el
plano arquitectónico gracias al estadista maya Kinich Janaab’ Pakal K’in y más
tarde a su hijo Kinich Kan B’alam, ellos dos son los grandes arquitectos de
Palenque. Así que la historia de las ciudades mayas del Clásico está
relacionada con la capacidad militar y chamánica de sus ahauob’ ya que en el
Mundo Maya, la Condición Humana se complementaba con la Condición de las
Entidades Divinas y cuando no se pronunciaron más sus nombres, dejaron de
participar en los eventos humanos y aunque su vitalidad y energías fueron
sustanciales para el imaginario místico maya, cuando dejaron de ser invocadas y
evocadas, otras obsesiones mentales ocuparon la intención y la voluntad de los
mayas históricos. El nombre corporeiza, da vida a lo inasible y vuelve tangible
lo que no vemos en el plano consciente, los mayas históricos ocupaban gran
parte de su tiempo en comulgar con la otredad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario