martes, 25 de noviembre de 2014

Entidades Divinas Mayas



El desconocimiento de la realidad histórica maya conduce a la especulación y tergiversa su pasado milenario. Así, mafufamente algunas personas ubican contactos extraterrestres de los mayas, los consideran galácticos y provenientes de la Constelación de Orión o que poseían un sentido social de confraternidad y respeto a la Madre Tierra.

Hoy, la lectura de su escritura, los vestigios arqueológicos y los estudios de antropología física nos indican que los mayas históricos fueron tan violentos como nosotros, que provocaron grandes deforestaciones y en su historia milenaria contaron con diferentes tipos de gobiernos, en ocasiones dirigidos por un ahau (rey) en otras por un grupo de dignatarios (Halach Uinicob’) y en ningún texto maya se hace referencia a la Madre Tierra.

Ciertamente los mayas históricos nos legaron un testimonio escrito para comprender su legado e inquietudes. Sin embargo, las inscripciones relatan la historia de los mayas unicamente desde el s. III hasta el inicio del s. X. Es una escritura sagrada porque vincula a los seres humanos con el ámbito divino pero sustancialmente se trata de una propaganda política de los gobernantes.

Los mayas utilizaron la escritura para sustentar el Poder de los ahauob’ (reyes) y su diálogo divino no era con dioses sino con entidades divinas. Un Dios es omnipresente, omnividente e invisible, su presencia implica un comportamiento ritual, moral y ético porque castiga y premia, nos vigila y vivimos con un sentimiento de persecución. Las entidades divinas mayas, por el contrario, se invocaban, se evocaban y se hacían presentes a través de rituales de sangrías, ejecuciones de enemigos, en la guerra, al consagrar un monumento, en las ascensiones al poder etc. Las entidades divinas están en equidad con los individuos, se vuelven sus aliados, interactúan con ellos, se hacen presentes y tangibles a través de hierofanías, la danza, las serpientes de humo o con los objetos-sujetos.



Las entidades divinas habitan en los 3 Mundos (cielo, tierra y submundo), algunas ciudades mayas invocaban a entidades divinas propias y las llevaban a las batallas blandiendo y azuzando sus imágenes ya que ellas también participaban en las guerras. Cuando por una terrible sequía hacia el s. IX, se fracturó el orden político y económico de los pueblos que configuran la civilización maya del Clásico, la relación con las entidades divinas se transfiguró y suspendieron su escritura ¿Por qué? Cuando los ahauob’ perdieron el contacto con las entidades divinas y dejó de llover, su autoridad se desfiguró y con ella su relación epistolar con lo divino. Si los nuevos gobernantes mayas del Postclásico se llamaban Halach Uinicob’ --que significa Hombre Verdadero-- es porque los ahauob’ resultaron falsos delante al colectivo y la escritura dejó de simbolizar el contacto individual con lo divino.

En esa transfiguración, a partir del s. XI la arquitectura maya también experimentó radicales cambios, aparecieron enormes plazas, espacios públicos y enormes Ptizob’ (Juegos de Pelota), el contacto con lo sagrado se extendió hacia otros sectores de la sociedad maya y el colectivo participó de los rituales, en tanto que durante el periodo de los ahauob’, la arquitectura y los espacios sagrados fueron íntimos porque el contacto con el ámbito divino era un exclusivo garante político de los ahauob’.

Cuando referimos la historia de algunas ciudades mayas del Clásico, nos encontramos con que la mayoría de las dinastías se fundaron entre el siglo III y IV, ciertamente hubo ciudades con ahauob’ legendarios y míticos en su fundación pero en ocasiones la Historia se ajustaba a los intereses de la dinastía reinante y se borraba el pasado destruyendo las estelas antiguas. Tenemos el caso por ejemplo de Yaxchilán que de ser una pequeña ciudad pasó a ser una Ciudad Estado cuando uno de sus reyes, Itzamanaaj B’alam II, aprovechó el vacío político que dejaba Calakmul en su lucha contra Tikal y controló la ruta comercial del Usumacinta. Ahora bien, aunque Itzamnaaj B’alam II dejó inscritas sus batallas y preferencias maritales, fue su hijo Yaxun B’alam IV quien reescribió la historia de Yaxchilán colocando a su madre (La Señora Cráneo) en la trama histórica inscrita en piedra (había sido ignorada por su padre) y relata danzas con báculos y ceremonias que realizó con su padre dando su visión de la historia que ahora ponemos en duda su veracidad ya que antes de su reinado hubo 10 turbulentos años en los que en Yaxchilán contó con un interregno y desconocemos realmente qué pasó durante esos años.




En ocasiones la majestuosidad de una ciudad maya es el resultado de grandes estadistas, tal es el caso de Palenque que a pesar de con anterioridad padeció dolorosas derrotas y vivió durante el periodo de grandeza de Tikal, se mantuvo vigorosa en el plano arquitectónico gracias al estadista maya Kinich Janaab’ Pakal K’in y más tarde a su hijo Kinich Kan B’alam, ellos dos son los grandes arquitectos de Palenque. Así que la historia de las ciudades mayas del Clásico está relacionada con la capacidad militar y chamánica de sus ahauob’ ya que en el Mundo Maya, la Condición Humana se complementaba con la Condición de las Entidades Divinas y cuando no se pronunciaron más sus nombres, dejaron de participar en los eventos humanos y aunque su vitalidad y energías fueron sustanciales para el imaginario místico maya, cuando dejaron de ser invocadas y evocadas, otras obsesiones mentales ocuparon la intención y la voluntad de los mayas históricos. El nombre corporeiza, da vida a lo inasible y vuelve tangible lo que no vemos en el plano consciente, los mayas históricos ocupaban gran parte de su tiempo en comulgar con la otredad.

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