Enigmáticos seres
alados resguardan el sepulcro del soberano maya Ukit Kan Lek Tok’ quien el 26
de mayo de 770 y a la edad de 30 años, ascendió al poder de la Ciudad Estado de
Ek B’alam. Los registros epigráficos le otorgan el título de Kalomté --que se
traduce como “rey de reyes” – y aunque desconocemos los pormenores de su
gobierno, el tesoro de su tumba nos revela el enorme poder que logró concentrar
ya que en ella se localizaron 7 000 objetos de jade, conchas y cerámica;
curiosamente se ubicó también un extraño pendiente de “oro” proveniente de
Oaxaca o Suramérica ya que los mayas no
acostumbraban la joyería áurea.
La tumba de Ukti
Kan Lek Tok’ se le conoció en tiempos mayas como Sac Xoc Naah y se traduce como
la Casa de la Lectura. La decoración de su fachada se mantuvo casi intacta
porque fue cuidadosamente enterrada por los mayas. Sabemos que Ukit Kan Lek
Tok’ dejó nuestro plano existencial en el año 801 y que su cuerpo reposó en un
sepulcró blanco y dirigido hacia el Norte. La entrada a su tumba representa el
ingreso a las fauces abiertas del Monstruo de la Tierra y por ello encontramos
dientes y colmillos alrededor de la entrada. A los costados, aparece la
representación de un guacamayo que para los mayas representaba a una entidad
divina que existió antes del Sol, era presuntuosa y ella misma se creía el Sol,
se le conoce con el nombre de 7 Guacamayo y lo ubicamos en diferentes atributos
y representaciones como en la Estela 2 de Izapa, los Murales de San Bartolo o
la lápida de Kinich Janaab’ Pakal K’in. En la fachada aparecen también mazorcas
de maíz y la Cruz de San Andrés, un símbolo muy antiguo que se reconoce de
origen olmeca; estamos delante a símbolos relacionados con un tiempo divino, el
de la Creación.
Los ángeles han
sido una imagen recurrente en las tradiciones ancestrales, seres alados los
encontramos desde la remota religión Yazidí, siglos después, en Babilonia, hasta
los felinos tuvieron alas; tanto los musulmanes como cristianos sustentan la
existencia de ángeles y arcángeles, al amor se le identifica con un travieso
ser alado que flecha corazones y en los sueños, volar con o sin alas, es una de
las gratas experiencias de la vida. Volar resulta un acto divino o un desafío
para los iluminados, en el caso de los mayas, encontramos a unos enigmáticos
seres alados que presiden la parte superior de la tumba de Ukit Kan Lek Tok’. La
tradición popular los llama “Los Ángeles de Ek B’alam”.
Las
Civilizaciones Originales comparten símbolos y relatos mitológicos porque el
origen de los mitos se ubica hace 10 mil años entre los pueblos que habitaron
la zona boreal del planeta y, después de las glaciaciones, como chocolate
derretido sobre un helado de vainilla, el conocimiento nórdico descendió hacia
las zonas tropicales y los mitos se adaptaron al entorno de las Civilizaciones
Agrícolas. Es por ello que tanto sumerios como mayas o egipcios y polinesios,
poseen mitos relacionados a Diluvios Universales, árboles fundadores, otras
eras en las que hubo gigantes, seres de barro y seres alados, entre otros mitos
de la Creación.
En el caso de Ek
B’alam, si atendemos al lenguaje corporal, atavios y posiciones de los seres
alados podemos distinguir coincidencias con representaciones de algunas
divinidades mayas: en los Vasos de los
Dioses de la Creación catalogados con el número 2796 y 7750 de la Colección
Justin Kerr, aparecen varios dioses de la Creación, los nombres no corresponden
con las imágenes lo cual es un misterio aún sin resolver pero reconocemos con
claridad que algunos dioses van en una barca como el Remero Raya --situado en
la popa--, el Remero Jaguar –en la proa—y, fuera de la barca, frente a ellos,
el Dios L que algunos investigadores identificamos con Bolom Yok Té o Bolom Ok
Té; este personaje preside el inicio de la Creación, con los dedos de su mano
señala el glifo “Mih” que significa inicio, es decir, comienza la Creación.
En la cornisa de
la tumba de Ukit Kan Lek Tok’ aparece a la derecha un personaje quien con su
mano presenta el glifo “Mih” de la Creación y junto a él otro ser alado
presenta sus manos al frente como si sostuviera un remo, inmediatamente después,
aparece la proa de una embarcación en la que hay otros personajes, uno de ellos
tiene la mano derecha colocada en el hombro izquierdo en señal de diálogo pacífico
y al centro un individuo sin cabeza pudiera ser la representación estilizada de
la divinidad del maíz fusionada con la personalidad de Ukit Kan Lek Tok’.
¿Qué tendrían que
ver los Dioses de la Creación Maya en el sepulcro de un dignatario? Su función
es la rememorar el mito de la resurección del maíz y su ciclicidad ya que la
planta muere para renacer de la misma manera que Ukit Kan Lek Tok’, siendo hijo
del maíz, resucitará en forma de
sustento espiritual para su pueblo. El mismo Kinich Janaab’ Pakal K’in,
enterrado en el Templo de las Inscripciones de Palenque, advirtió su regreso
para el 4772. Es por ello que de manera figurada, en la fachada de la tumba de
Ukit Kan Lek Tok’, la vida y la
muerte forman una unidad, por otra parte, la presencia de los seres alados con
iconografía y su lenguaje corporal contienen coincidencias que nos remiten a los
llamados Dioses de la Creación.
Coc.
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