… más bien contaron con
Entidades Divinas. Un Dios es omnipotente, omnipresente, omnisciente e
invisible; nos crea un sentimiento de persecución y culpas; nos comunicamos con
Dios cabizbajos a través de la oración o el rezo, se le suplica. Las Entidades
Divinas son falibles, se invocan y evocan, aparecen y desaparecen, se tornan tangibles,
se les ve de frente y con la vista en alto cuando son poderosas. Existe un
diálogo con ellas y se realizan acuerdos o negociaciones, hay intercambios y en
cualquier momento ellas o nosotros:
damos la espalda.
Los mayas históricos no
tenían culpas, poseían deudas con las Entidades Divinas y por ello sacrificaban
víctimas humanas o animales, ellos mismos realizaban sangrías para con su
sangre alimentar a las Entidades Divinas que también se nombran espíritus; en
ocasiones se multiplican o adquieren valores y prestamos de otras Entidades
Divinas, evolucionan y se adaptan a las necesidades humanas, también a sus
obsesiones.
Los mayas históricos
tuvieron 3 Mundos (el cielo, la tierra y el inframundo) intercomunicados a
través de Portales: lo que es arriba es abajo. En su cosmovisión agrícola, la
lluvia surge del manto acuífero subterráneo y se eleva para concentrarse en el
cielo, las nubes contienen ollas con agua y las Entidades Divinas conocidas
como chaacob’ las rompen como quien quiebra una piñata y así el agua cae en
torrentes que más tarde se filtra por la tierra para volver a su origen.
Del cielo también vino
el fuego en forma de serpiente de luz que incendió los árboles, por ello el
fuego y el agua forman una unidad. Los Mayas Históricos no concibieron una
dualidad en permanente lucha sino que las fuerzas contrarias fueron
complementarias. Al contrario de lo que los mayanistas y seguidores del New Age
postulan, los mayores no buscaban iluminarse ni transitaban el sendero de la
luz, más bien reconocían sus sombras ya que quien busca la luz a ultranza,
termina ciego.
Desde que se inventó la
luz eléctrica, las sombras fueron condenadas a quedarse quietas. De antes, se
movían y danzaban al ritmo del movimiento del fuego, del Sol y de la Luna. En
las sombras podemos reconocer lo que nuestra mente racional no atina a comprender,
el mundo de las sombras es el escenario de algunos espíritus y al mantenerlas
quietas hemos perdido un Portal hacia la otredad. En el momento que nos
sentamos junto a un fuego y vemos a las flamas danzar, nuestro inconsciente
reconoce el ancestral vehículo para comunicarse con el cielo, por ello, los
Mayas Históricos quemaban en papel amate la sangre ofrendada a las entidades
divinas, así, el ch’ulel o energía vital ascendía al ámbito celeste para pagar
una deuda y a cambio se recibía la lluvia que en ocasiones, venía acompañada
por el fuego.
Cuando en Chichén Itzá nos colocamos delante al Huitz (basamento o pirámide) conocido como el Osario, encontramos en su alfarda a dos serpientes: una es de humo y la otra de agua, ahí se encuentra la expresión plástica de esa comunión dual con las Entidades Divinas.
Las creencias
evolucionan y las Entidades Divinas se adaptan a los cambios de la percepción
humana. Es por ello que en el Mundo Maya la religiosidad es sincrética y en las
ceremonias propiciatorias los campesinos mayas invocan y rezan por igual a Yum
Chaac o a su avatar, San Isidro. El sincretismo religioso se observa
polifacético y fetichista, las ofrendas son pagos de esa deuda ancestral, así
entendemos por qué el primer maíz
cosechado no es para consumo humano sino que con él se realizan tamalitos y
atole para ofrendar. Los mayas contemporáneos, al contrario de nuestra mentalidad
occidental, antes de pedir, realizan una
ofrenda y ejercitan el supremo valor de la gratitud.
Los New Age y Mayanistas
desvirtúan el conocimiento ancestral maya para satisfacer a su Ego y al deseo
de encontrar un sentido a su desvariada vida, pronuncian palabras ajenas a su
lengua materna y alaban símbolos que les son inasibles, por ello los
transfiguran y atienden a su egocentrismo invocando a una cultura que no miran
de frente porque tienen su atención fijada en sus necesidades y en sus
limitaciones existenciales.
Los mayas se sirven del
conocimiento ancestral en beneficio del colectivo. La gran diferencia entre la
religiosidad maya y los desvaríos de José Arguelles, Fernando Malkun, showmanes
para turistas y demás Terroristas de la Luz, es que nosotros, los occidentales,
formamos una sociedad individualista, de consumo y de servicios, en tanto que
los mayas de antes y de hoy, configuran una sociedad comunitaria, agrícola y
ritual. Nosotros nos pasamos los altos y los topes a gran velocidad y luego
argumentamos con la simulación, generamos culpas e incongruencia. Los mayas
conducen su existencia en la pausa y en el silencio reflexivo, poseen deudas
energéticas que puntualmente pagan con la acción.
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