La Democracia es otro de los descabellados mitos
inventados por los griegos. En la alabada Atenas de Pericles, votaban
únicamente 40 mil ciudadanos, mujeres y ancianos carecían del derecho al voto y
era una feliz democracia “con esclavos”. El mito llamado Democracia funge como
un paliativo para que sea menos pesada la carga que siempre los dominantes
ejercen sobre las mayorías.
En el universo no hay moral sino eventos, nosotros los
adjetivamos, los mayas históricos los ritualizaron y la ciencia los mide. Las
aspiraciones humanas en ocasiones se descubren inertes delante a la noble
verdad que establece que el movimiento no es ni bueno ni malo, tan sólo se
mueve y nosotros con él.
El desarrollo, como lo ejercitamos desde el Cromagnon,
implica destrucción de los ecosistemas. Si los mexicanos tenemos mala memoria,
la humanidad no retiene y siempre se sienta nueva y auténtica. Lo cierto es que
todas las culturas sucumben y todo desarrollo destruye. Los Romanos liquidaron
la fauna del Norte y centro de África para satisfacer sus 420 Coliseos y en
Roma, durante 280 días al año tenían fiesta, funciones y exterminios. Los
Teotihuacanos se ahogaron en sus inmundicias por una gran sequía, los mayas de
El Mirador hacia el 300a.C deforestaron su entorno provocando otra sequía y
así, inexorablemente, también nosotros, con nuestro desarrollo, dibujamos
nuestra desaparición.
Actualmente la Industria Turística y los llamados
ecocidios forman parte del desarrollo de los capitales no de los individuos,
eso ha estado claro desde que llegaron a nuestras tierras las cadenas ibéricas
del formato all inclusive que por cierto, en España, no existe… se le considera
maligno.
¿Cómo vas a sacar del hotel al turista si está hartándose
de comida y bebidas o más aún cómo hacer que Quintana Roo sea siempre un
destino a visitar? No hay mucho hilo negro que hilar, Inglaterra y Canadá
invierten en la cultura como se hace en un gran negocio. Si reprodujéramos como
ellos una serie de Festivales Culturales, en un proceso de varios años que
inicialmente privilegiara a los artistas locales ya que no hay necesidad de
gastar miles de dólares para traer a un cantante o a un grupo musical famoso
para que ofrezca un concierto millonario. Con no más del 20% de lo que se malgasta
trayendo artistas de renombre, se puede realizar una muestra del talento local
que vaya de gira por el Estado. Hay que sembrar primero y después de unos años, se vitalizan los festivales y atraen a los visitantes a nuestros destinos, como sucede en Montreal, que durante el verano hay una
decena de superfestivales con una derrama turística importante, por cierto, hablando de sembrar, en Quintana Roo
nombramos a los mayas por aquí, a los mayas por allá, hoteles, playas y
desarrollos turísticos se nombran mayas o tienen nombres en idioma maya, miles visitan las
zonas arqueológicas mayas y no tenemos un “Festival de la Cultura Maya” que sin
duda atraería a miles de participantes pero claro… primero habría que invitar a
los mayas.
La Cultura se ha excluido en la dinámica turística
porque no es vista como un gran negocio. Las alternativas del “turismo
humano” generaría otro tipo de “desarrollo” pero eso es lo deseable, el all
inclusive, la eventitis, la foto en sociales y la transfiguración afeminada
(todo se nombra con "X") así como la comercialización de la Cultura Maya… es lo
normal.
Mirando al espejo, en Quintana Roo develamos un desarrollo
de novísimas urbes sin jardines públicos, con calurosas planchas de concreto y
grandes vialidades, calles y colonias que están un grado arriba del anonimato
por eso llevan números en lugar de nombres.
Ciudades sin lugares de reunión que no sean los centros
comerciales, urbes de interiores donde no hay referentes sociales, salvo la
Fuente de El Ceviche cuando gana la Selección de Fútbol. Somos ciudadanos carentes de arraigo,
pertenencia, identidad, somos también el reflejo de una sociedad emergente y en crecimiento. Quienes emigramos, procreamos hijos que luego emigran por falta de
oportunidades de desarrollo ya que sustancialmente, venimos a hacer billete,
igual que los capitales.
La caca la hacemos todos. Ahora bien, si vemos a la
Naturaleza con moral siempre habrá un billete que maquille las inmoralidades y
logre amparos contra las leyes o decretos. Delante a la incongruencia
perceptiva, sugiero una actitud práctica que empieza por nombrar las cosas por
su nombre y no por su figura imaginaria, deseable, democrática o
existencialista/ambientalista.
Es un falacia el “desarrollo sustentable” se trata en
todo caso de “una degradación paulatina”, seamos objetivos, no hay preservación
sino degradación. Otra de las nobles verdades se refiere a la impermanencia,
así que preservar la naturaleza es tan irreflexivo como intentar rescatar
nuestras raíces... el asunto no está en el postulado, ni en el silogismo que lo
acompaña sino en la realidad siempre cambiante y violenta del universo y de la
humanidad.
Estamos entrampados mentalmente en un modelo inexistente y
la esperanza con sus decorativos enunciados nos hacen perder contacto con
nuestra realidad animal, con nuestra Historia y con nuestra existencia en un
universo violento, caníbal y siempre cambiante.
Nosotros, apenas si transcurrimos un fragmento de la
aparente calma en la que los mayas descubrieron al tiempo y después de medirlo
con extrema exactitud, de pronto sus ciclos no coincidieron con los eventos
pluviales... si cambiamos los términos y nombramos y atendemos de frente a la “degradación
paulatina” tendremos menos conflictos con nuestro actuar…
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