Los relieves y petroglifos de la Gruta de Xibalbá son todo
un suceso en la arqueología contemporánea, resguardados durante dos décadas por
su descubridor, Carlos Poot, hoy nos revelan un conjunto de sorprendentes
informaciones culturales y mitológicas.
En las dos entregas anteriores ubicamos
la influencia olmeca-zoque en la iconografía del los relieves, afirmé que su
factura y estilo los sitúa en un periodo anterior al desarrollo de la escritura
por lo que deben de tener entre 2 500 y 3 000 años de antigüedad.
Sabemos que en aquellos lejanos soles, los pueblos olmecas y
zoques dominaban el desarrollo cultural de Mesoamérica, su presencia e influencia
cultural está presente en todos sus rincones y podríamos decir que fueron ellos
quienes dejaron los cimientos culturales y religiosos para que los pueblos que
los secundaron, como los mayas, lograran una cohesión agrícola y política.
Lo que se revela novedoso en éste periodo histórico es la
presencia de elementos culturales provenientes de los pueblos teotihuacanos que
normalmente se ubican en un periodo contemporáneo a los mayas y no en uno
anterior. Es por ello que cuando descubrí dos máscaras --con rasgos
teotihuacanos-- empotradas en los relieves de la Gruta de Xibalbá, quedé
atónito y mi mente no lograba decodificar su presencia.
La evidencia de una
presencia teotihuacana entre antiguos rostros olmecas, históricamente resulta
incongruente ya que la historia oficial nos indica que los teotihuacanos y los
mayas tuvieron un desarrollo cultural paralelo pero éstas máscaras
teotihuacanas ubicadas en el Norte de Yucatán --varios siglos antes de la
fundación de la misma Teotihuacan--, significa meter reversa en los procesos
históricos y en la comprensión de los orígenes de nuestros ancestros. Ese es
uno de los grandes descubrimientos y uno de los enigmas por resolver que nos
regalan los petroglifos y los relieves de la Gruta de Xibalbá.
Teotihuacan
LA CIUDAD DE LOS DIOSES
Entre 1998 y 2004, los arqueólogos Saburo Sugiyama y Rubén
Cabrera realizaron excavaciones en el interior de la Pirámide de la Luna en
Teotihuacan. Localizaron algunas ofrendas rituales, un entierro de felinos,
aves y coyotes junto a seres humanos (presumiblemente todos vivos, los animales
enjaulados y los seres humanos sometidos); como colofón, en el primer basamento
de la Pirámide de la Luna, es decir, en sus orígenes, ubicaron tres personajes
mirando en dirección hacia las selvas mayas cubiertos de jade y con ofrendas
tradicionalmente mayas.
La Estela 31 de Tikal nos informa en su corpus jeroglífico
que el general teotihuacano Siyak K’ak’ fue enviado por un dignatario de la
Ciudad de los Dioses a conquistar Tikal e imponer una nueva dinastía de origen
teotihuacano, el evento está registrado hacia el 14 de Enero del año 378.
Fragmento de una escena ubicada en una pieza de cerámica encontrada en Tikal que muestra "la llegada" (conquista) de un grupo de militares teotihuacanos en Tikal
Estos dos eventos nos señalan que desde los orígenes de
Teotihuacan hubo una influencia maya en el Altiplano, de igual manera,
observamos los intereses imperiales de Teotihuacan que ambicionaban el control
de las minas de obsidiana y la gestión de la Ruta Comercial del Corredor de El
Mirador que regía Tikal y por ello decidieron conquistar la ciudad maya.
Los hechos nos revelan una importante relación entre
Teotihuacan y las Ciudades Estado Mayas entre los siglos I o II antes de
Nuestra Era hasta el siglo IV. Ahora bien, la presencia de dos máscaras de
origen teotihuacano en los relieves de la Gruta de Xibalbá elaborados siglos
antes de Nuestra Era, se torna en
todo un enigma y nos dan una motivación extra para conservarlos y procurar su
desciframiento.
Los petrogliflos de la Gruta de Xibalbá carecen de elementos
sintácticos, no forman un discurso epigráfico, tampoco hay jeroglíficos mayas,
contienen elementos arcaicos de la escritura maya pero ningún morfema, sílaba,
ideograma o pictograma, se trata de voluntariosos glifos que revelan el interés
de comunicar un conjunto de sensaciones o sonidos, percepciones, abstracciones
mitogónicas, pero no hay un discurso ni frases.
Petroglifos de la Gruta de Xibalbá
Lo anterior nos conduce a ubicar su creación varios siglos
antes de la incipiente escritura olmeca o maya, en aquellos referidos tiempos,
los teotihuacanos no figuraban en el plano existencial mesoamericano, esa es la
situación que desequilibra cuando uno observa los elementos iconográficos
chamánicos de origen olmeca junto a las mascaras teotihuacanas.
Ciertamente los teotihuacanos no desarrollaron una escritura
formal, prescindieron de la escritura porque se configuraron con individuos de
diferentes etnias, idiomas y tradiciones, de tal suerte que encontraron en los
pictogramas el medio idóneo para comunicarse.
Cuando los mayas sublimaban la sintaxis en discursos
inscritos con intrincados jeroglíficos, los generales teotihuacanos discutían delante
a elementales pictogramas las estrategias para conquistar a las ciudades mayas.
Los teotihuacanos prescindieron de la escritura pero los olmecas
y los zoques, la crearon. Una de las inscripciones más antiguas (500 a.C) se
ubica en San José Mogote en Oaxaca y pertenece precisamente a un pueblo zoque-olmeca;
los relieves de la Gruta de Xibalbá fueron elaborados por pueblos olmecas y
zoques en un periodo en el que no habían desarrollado la escritura y en
principio aún no figuraban los teotihuacanos en el concierto mesoamericano de
pueblos fundadores.
Una de las máscaras de estilo Teotihuacano de la Gruta de Xibalbá
Ese es el punto nodal, se testimonia la presencia de
máscaras teotihuacanas en el área maya, mucho antes de que los mismos mayas
comenzaran a construir sus primeras ciudades.
Estas evidencias nos conducen a reconsiderar los procesos
formativos de nuestros mayores. Es obvio que si los relieves de la Gruta de Xibalbá
hubieran sido ejecutados durante el apogeo del Clásico (300-700 d.C) cuando los
teotihuacanos dominaban Mesoamérica, entonces deberían haber inscripciones
jeroglíficas porque los mayas dieron a la escritura el estatus divino durante
ese periodo histórico.
Si como vemos hubo presencia olmeca en los elementos
iconográficos de los relieves, entonces deberían existir anotaciones calendáricas
en la Cuenta Larga o algún ideograma olmeca como los que encontramos en piezas
de jade o en algunas tallas de piedra, ahora bien, al no encontrar ningún
rastro de escritura jeroglífica en la Gruta de Xibalbá, concluyo --siguiendo la
calidad de los petroglifos y su factura--, que fueron diseñados antes del boom
jeroglífico y del omnipresente culto al Dios Maíz, es decir, hace 2 500 o 3 000
años pero en aquellos soles, los teotihuacanos no configuraban un imperio, es
más, aún no fundaban Teotihuacan, ese es el meollo del asunto y la importancia
que observamos en la riqueza iconográfica de este extraordinario
descubrimiento.