Después
de 20 años de mantener en secreto su ubicación, el explorador maya, Carlos Pot,
decidió dar a conocer la existencia de la Gruta de Xibalbá en
una oquedad perdida en la selva del municipio de Lázaro Cárdenas y en la que
fueron esculpidos relieves y petroglifos que refieren rituales y pasajes
mitológicos precolombinos.
Hace
unos días, tuve el privilegio de ser invitado a conocer la Gruta de Xibalbá,
constaté que se trata de un conjunto de relieves en el que aparecen rostros y
mascaras de individuos de origen olmeca-zoque y teotihuacano que en su momento
tuvieron colorido como evidencian los restos de pigmentos rojos, amarillos y
verdes.
Ciertamente,
precisamos estudiar a profundidad los relieves de la Gruta de Xibalbá para
convalidar científicamente lo que la evidencia visual nos ofrece, sin embargo,
es claro que los petroglifos fueron realizados antes del desarrollo de la
escritura jeroglífica por lo que tienen más de 2 500 años de antigüedad y
aparecen personajes olmecas-zoques con máscaras teotihuacanas.
Junto
al ojo de agua ubicado al fondo de la gruta, aparece un personaje acostado que
pudiera ser una referencia a un culto relacionado con un jaguar-bebé que
observamos en la lapidaria olmeca en el Preclásico y en pinturas realizadas por
los mayas en vasos ceremoniales del Petén durante el periodo Clásico. Siguiendo
una franja horizontal, algunas rudimentarias grafías parecieran evocar sonidos
o movimientos, de manera aislada aparecen algunos esbozos de símbolos mayas
como el de la palabra y ciertas grecas que simbolizan la unión de las fuerzas complementarias de la
naturaleza.
En
el lado derecho de los relieves de la Gruta de Xibalbá, se localizan dos
personajes, uno de ellos sostiene en su cabeza lo que pudiera ser un enorme
tocado de una serpiente; el segundo, puede ser mitad humano, mitad animal, tiene la lengua bífida y porta
un tocado con orejas que recuerdan las de los murciélagos, de entre ellas
surge un rostro.
En
la parte inferior del segundo personaje con rasgos olmecoides, orejas de
murciélago y lengua de serpiente, se encuentran dos máscaras con rostros similares a los teotihuacanos, una de ellas parece ser que la lleva un personaje como un
“tocado” sobre su cabeza… el descubrimiento de dos máscaras con la factura teotihuacana me ha
dejado pasmado y puede desencadenar en una diferente interpretación de los
orígenes mayas.
Aparecen
también algunas hachas rituales. Reconocemos fragmentos
de algunos rostros y un triángulo equilátero colocado en la parte superior de
los diseños, como si su presencia en lo más alto presidiera el lenguaje
gráfico.
Enfrente
de los relieves hay una Piedra Central con petrograbados. Aparece un
personaje que abraza un árbol o un tronco, en la parte posterior de la Piedra
Central distingo a un individuo con rasgos olmecas sentado en un trono. En el otro extremo de la Piedra Central, un rostro con características olmecas extiende su cuello de manera dramática en tanto se sostiene en un tubo que deriva de una lengua bífida de una serpiente.
Estas
son algunas de las sorprendentes imágenes que descifré en la Gruta de Xibalbá,
otras tantas las estoy aún estudiando, considero que la importancia del
descubrimiento merece un trabajo de investigación a fondo, en las horas que permanecí en el
interior de la gruta apenas si registré de soslayo la riqueza de su contenido
ritual.
El
ambiente de trabajo es poco generoso, se debe sortear con la intensa humedad,
en la gruta habitan infinidad de murciélagos quienes además de sus residuos
tóxicos, avientan al suelo redondas semillas que provocan traspiés; la zona
está infestada de garrapatas que al ver llegar sangre nueva, se lanzaron contra
mi persona de manera violenta y, el declive de la gruta en un ángulo de 45
grados plantea una enorme dificultad para acomodarse entre los muros colapsados.
Al
ubicarse un ojo de agua en el fondo de la Gruta de Xibalbá, se comprenden los
rituales chamánicos que en ella se realizaron y apreciamos que nuestros
ancestros así agradecían el agua proveniente del inframundo. La cueva nos
refiere siempre a la oquedad del origen, a nuestra gestación en el vientre
materno, a nuestro pasado Paleolítico y a la otra realidad en la que habitan
las fuerzas naturales que determinaban la vida de nuestros mayores.
Sabemos
que los pueblos olmecas y zoques heredaron a los mayas el conocimiento
matemático, los calendarios, la estructura política de los ahauob’ (Señores de
la Palabra) y que estuvieron emparentados con el culto al Dios del Maíz, ahora
bien, al igual que en los relieves y petroglifos de la Gruta de Xibalbá,
algunas oquedades, montañas, grutas y cuevas olmecas ubicadas en los estados de Morelos y Guerrero,
presentan pinturas o relieves en los que distinguimos rituales chamánicos y la
presencia de las coesencias de los chamanes (Wayob’ para los mayas, Nahuales
para los nahuas); predomina el culto a los jaguares y no hay escritura
jeroglífica. Este periodo de la pre-escritura muestra a chamanes en rituales de
evocación o invocación rodeados de ideogramas y pictogramas que nos otorgan un
discurso conceptual.
Sugiero que la Gruta de Xibalbá pertenece a ésta época, y trascendente resulta el registro de máscaras teotihuacanas para éste periodo histórico: rompe con la lógica de la datación que hemos acordado como correcta.
Sugiero que la Gruta de Xibalbá pertenece a ésta época, y trascendente resulta el registro de máscaras teotihuacanas para éste periodo histórico: rompe con la lógica de la datación que hemos acordado como correcta.
Será
preciso realizar excavaciones en los muros colapsados y encontrar algunos huesos,
tiestos o restos de cerámica que por su estilo o por su composición molecular
nos indicarán su procedencia en el tiempo, pero aún así, cabría la posibilidad
de que la Gruta de Xibalbá presentara una ocupación continua y algunos de los
restos de cerámica pertenezcan a un periodo de ocupación más reciente.
Ese
es el meollo del asunto y en tanto no podamos con certeza ubicar el periodo
histórico a través de pruebas de Carbono 14, los diseños mismos, su contenido y
su factura, nos indican que fueron realizados en un periodo muy antiguo que no
coincide con el desarrollo histórico de Teotihuacan, es ahí donde estos aportes
históricos se tornan importantísimos al proyectar a los teotihuacanos en el Mundo
Maya en un tiempo realmente lejano al esplendor del imperio de la Ciudad de los
Dioses, es más, a un tiempo anterior a los mayas mismos y éste escenario es
desconcertante.
La
parte triste de este descubrimiento es que infortunadamente los petroglifos y
los relieves han sido violentados. Como el coral, son muy delicados, apenas con
tocarlos, los dañamos; la Gruta había resistido los silencios del tiempo hasta
que irrumpieron ruidosos individuos sin criterio quienes además de dejar basura
plástica, violentaron los relieves raspando la piedra para dibujar otros
rostros. Es por ello que se precisa mantener en secreto su ubicación
preservando así sus relieves y petroglifos, estamos delante a un gran
descubrimiento que puede darnos luz sobre los misteriosos orígenes de la
Civilización Maya.
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