Hace 10 años, junto a la Plataforma de las Águilas y los
Jaguares en Chichén Itzá, una turista italiana me preguntó ¿por qué
desaparecieron los mayas? Mire usted a su alrededor –le contesté--, todos los
vendedores de artesanías que alcanza su vista a reconocer, son mayas. No
desaparecieron, evolucionaron. La turista insistía “pero hasta los programas
del Discovery Channel dicen que los mayas desaparecieron misteriosamente y
también hay teorías de que se fueron a la Cuarta Dimensión…” Estimada señora
–respondí— únicamente las partículas subatómicas pueden ingresar a la Cuarta
Dimensión por lo que resulta imposible que una civilización pudiera desaparecer
haciéndose tan chiquita como la nada misma; el miedo, la desinformación y las
amenazas son tan buen negocio, que hasta la televisión de difusión cultural e
histórica se ha rendido delante a las propuestas económicas y vende sus
espacios a productoras sensacionalistas.
No lo digo yo, lo ven sus ojos, los vendedores de artesanías
de Chichén Itzá, los meseros que la atienden en el restaurante del hotel, guías
de turistas, algunos gerentes de recepción, el personal de limpieza y los
jardineros, son mayas, estamos en su tierra. Para Occidente han desaparecido, pero
están vivos, puede usted hablar con ellos y comprobar que son mayas.
Le di argumentos, certezas y evidencias pero no fueron
suficientes, la turista aprovechó un receso en la visita guiada para
preguntarle a una compañera guía que pasaba por ahí con su grupo de italianos:
¡Oiga, disculpe… disculpe! ¿ Usted sabe por qué desaparecieron los mayas?
Los seres humanos contamos con la capacidad de discernir y
razonar, pero nuestras obsesiones y deseos nublan nuestro entendimiento; en
ocasiones negamos lo evidente, afirmamos que lo que es, no es como es, sino
como queremos que sea; abnegados, nos aferramos a un criterio o a una
información aún y cuando sea evidente su falsedad.
El sentido de pertenencia que da forma a nuestras creencias
se ubica más en la conveniencia que en la evidencia y, al sentirnos despojados
del sustento que le da rigor y validez, dejamos de escuchar.
Durante el 2012, los occidentales endosamos a los mayas las respuestas a nuestras insatisfacciones, “ubicamos en el vacío histórico
profecías y esperanzas que sus ancestros jamás imaginaron”, los idealizamos,
ocupamos sus espacios sagrados para realizar rituales que no son mayas y
reescribimos su historia.
Los vemos siempre fuera de foco y nuestro desarrollo turístico
se fundamenta en “una dicotomía maya”, por una parte todo se llama maya y por
otra, desconocemos en todos los sentidos a los mayas.
Es un alivio intelectual mencionar en tiempo pasado a las 7
Profecías Mayas que escribió el arquitecto Fernando Malkún endosando a nuestros
mayores una serie de incongruencias científicas y existenciales. Hoy,
finalmente podemos “todos” constatar que se trataba de una patraña escrita por
un vividor del miedo y de la amenaza.
Según Fernando Malkún y no los mayas históricos, el 21 de
diciembre del 2012, un mafufo rayo sincronizador proveniente del centro de
nuestra galaxia nos pondría en sintonía con “el amanecer galáctico” que
permitiría a nuestros espíritus evolucionar hacia un estado de conciencia
superior en el que encontraríamos el verdadero sentido de la palabra amar…
millones de personas creyeron que eran ciertas éstas mafufadas y esperaron
ansiosos al rayo sincronizador, procuraron la Esperanza de un cambio de
Conciencia y se armó un producto mercadotécnico en función de un supuesto “Renacimiento”
que los mayas históricos jamás previeron.
Estamos en Enero 2013, nadie vio o midió al rayo
sincronizador y aunque estuve en Chichén Itzá el 21 dic. 2012, “no percibo
cambios notables en mi conciencia galáctica”.
Lo grave no es que interpretemos a la Historia Maya en
función de nuestra ignorancia --ya que ella se defiende con el tiempo--, lo
trascendente es que hacemos lo mismo con nuestra realidad económica, social y
política sin que alguien profetice una fecha para cambiar nuestra
incongruencia, nuestra educación, nuestra displicencia, nuestra simulación.
En una entrevista de televisión, el embajador Fausto Zapata
me preguntó en su programa ¿pero qué quedó de los mayas históricos? Su legado
cultural, el sentido comunitario, la vida ritual, la economía agrícola y una
cosmogonía naturalista –respondí— valores
culturales --expresó Fausto Zapata--, en efecto --acoté--, valores culturales,
por ello subsistieron y es una prueba de que no fue una cultura conquistada
sino invadida.
El 21 de diciembre 2012 los occidentales invadimos nuevamente
Chichén Itzá con nuestros valores culturales entre los que destacaron las obsesiones,
los rituales, las danzas, las esperanzas, los intereses, los anhelos, la curiosidad;
si la turista italiana hubiera estado junto a mi, me hubiera dicho, mira
Claudio ¡ya ves… tenía razón! ¡Los mayas desaparecieron! No veo a ningún maya
entre los miles que están en ésta plaza celebrando el Fin de la Era Maya y le
hubiera vuelto a contestar como hace 10 años: los vendedores de artesanías, los
meseros que la atienden en el restaurante del hotel, guías de turistas, algunos
gerentes de recepción, el personal de limpieza y los jardineros, son mayas, estamos
en su tierra. Para Occidente han desaparecido, pero están vivos, puede usted
hablar con ellos y comprobar que ahora son los mayas quienes nos observan con
curiosidad antropológica tratando de entender nuestra cultura, nuestro
rituales, nuestros bizarros actos y nuestras obcecaciones que arropadas en la
simulación, nos condujeron a transfigurar su historia; más tarde y vestidos de
blanco, invadimos sus espacios rituales en búsqueda de energía positiva donde
se realizaban sacrificios humanos, erigimos monumentos a lo inexistente y
festejamos el inicio de una Nueva Era Maya que los mayas históricos no
previeron.
Occidente posee un limitado criterio y cuando algo no
entiende, lo transfigura a su conveniencia, sucedió hace 5 siglos en ésta misma
plaza con la visita de Diego de Landa, sucede aún; la diferencia es que “de
antes” cuando los occidentales
invadieron por vez primera, los mayas lloraron la pérdida de una cosmovisión,
hoy, que volvemos a invadir, nos venden artesanía referida a nuestra obsesiones.
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ResponderEliminarLos centros ceremoniales han pasado de ser lugares sagrados a salones de fiesta con anfitrión y todo como es el caso de El Meco, situado cerca de Cancún. Se observa la misma dinámica que puntualmente describe. Saludos!
ResponderEliminarSaludos Eduardo y Karen. Los espacios rituales son recorridos por creencias e intereses en todos los tiempos, cada quien en su creencia e intensidad. La Historia se escribe en la memoria de piedras que
ResponderEliminarhan visto desde el fondo del océano hasta el fondo de la naturaleza humana...