Hace 40 Mil años, nuestros mayores
caminaron entre los Glaciares de Norteamérica y lentamente descendieron a las
zonas tropicales; los océanos eran 60 metros menos profundos y la distancia
entre África y Sudamérica fue menor y navegable; algunas islas entre los dos
continentes situadas después de la isla de Capo Verde, permitieron el enlace
entre los dos continentes; esas islas son cimas de montañas --ahora
sumergidas-- que forman parte de la cordillera que atraviesa de Norte a Sur al
Atlántico. Es así como por etapas y de salto en salto, llegaron al Continente
Americano los pueblos de origen negroide que formaron las civilizaciones de San
Agustín, Colombia y la Olmeca en México y Centroamérica.
La Doctora mexicana Silvia González,
investigadora de la Universidad de Liverpool, realizó pruebas genéticas a las
osamentas de individuos que pertenecían a los Pericu --un pueblo que se
extinguió hace 200 años en Baja California-- y descubrió que poseen un material
genético diferente al resto de los mesoamericanos; lo sorprendente es que es
muy similar al de los habitantes de Papau-Nueva Guinea, los Australianos y los
habitantes de la Patagonia.
Las pruebas genéticas, una mitología
salpicada de referencias a mitos de diferentes zonas del mundo, las plantas
importadas y las expresiones culturales nos indican que desde tiempos sin
memoria, diferentes grupos de seres humanos --que hablaron cientos de idiomas--
formaron lo que actualmente conocemos como Mesoamérica; miles de individuos
emigraron de "todos los Continentes" a la tierra que hoy habitamos,
esto sucedió en un periodo de tiempo que va desde el 40 000 a. C hasta el 9 000
a. C. Los seres humanos somos perpetuos emigrantes.
En el cenote "La Palma",
Tulum, Quintana Roo, se localizaron
los restos de una mujer que vivió hace 11 000 años, en aquellos soles,
los familiares de "La Mujer de la Palma", al salir de sus cuevas, se
encontraban con osos de 6 metros de altura o con el feroz Tigre Dientes de
Sable, existía una variedad de camello y aquellos individuos todavía no
cultivaban Maíz pero ya comían "jícamas".
La primera ciudad del Continente
Americano se edificó en Perú, se llama Caral y se encontraron los restos de un
entierro infantil, el estudio de Carbono 14 dio el año 2 500 a.C.
Mil años después, apareció la primera
civilización, la Olmeca y aunque regularmente se sitúa en el Golfo de México,
los pueblos olmecas son un rompecabezas disperso en México, Guatemala y el
Salvador. La Civilización Olmeca es el fruto de un desarrollo cultural de 1 800
años de historia formado por diferentes pueblos que no necesariamente tuvieron
las mismas creencias ni tampoco una única organización política y social, pero
al conjunto de esa expresión cultural se le llama Arte o Civilización Olmeca.
Los Murales en las Grutas de
Chalcaltzingo en Morelos, los monumentos al Monstruo de la Tierra de
Teopantecuatitlan en Guerrero, las esculturas de Coatepequez en El Salvador,
las Cabezas Olmecas de San Lorenzo, La Venta y Tres Zapotes en el Golfo de
México, la cerámica de Tlatilco, Tetepilco y Cuicuilco en en Valle del Anahuac,
el Relato de Xibalbá localizado en una oquedad sagrada de Kantunilkín, son
"productos culturales-religiosos" que forman una unidad cultural pero
no todos fueron contemporáneos porque los dioses, las ciudades y los seres
humanos de aquellos tiempos, evolucionaron en función de sus logros agrícolas y
la fuerza de su cohesión social que estaba sometida a su religión.
Es preciso señalar que una de las
conclusiones de los participantes en la Primera Mesa Redonda de La Civilización
Olmeca fue que los resultados sobre las dataciones de la Civilización Olmeca
son contradictorios y poco confiables. En ese sentido, podemos a grandes rasgos
identificar que el que el mito de los jugadores de pelota constituyó la
estructura de la vida religiosa pero sobre todo de "la política y la
económica". Hacia el siglo IX a. C. apareció en toda Mesoamérica un
intempestivo culto al Maíz. Sabemos que en ese periodo la mazorca del maíz tuvo
un radical incremento en su tamaño y en consecuencia, aparecieron los primeros
dignatarios vestidos con atributos de la planta del Maíz; en ese proceso de
creencias vueltas realidad colectiva, surgieron los primeros gobiernos urbanos.
San Lorenzo según su cerámica nos
indica que fue habitada desde el 1500 y lo que conocemos como desarrollo olmeca
se centra entre el 1150-900 a.C, luego viene un problema de datación y la aparición
de nuevos estilos que crean una
gran confusión y hay quien dice que lo que continuó en San Lorenzo ya no es
olmeca. El ciclo de La Venta fue
del 1200 al 400 a. C. Tres Zapotes puede ser la continuación de La Venta, lo
cierto es que fueron varios pueblos y de otros ni siquiera sabemos de su
existencia, están descansando en los potreros del Golfo de México y entre el
viento y las piedras de las montañas de Guerrero.
En La Venta, los olmecas excavaron una
ofrenda de 8 metros de profundidad por hasta 20 metros de largo, luego trajeron
de la Sierra Madre Oriental miles de mosaicos de Venturina que fue colocada
hasta llegar a un profundo nivel donde esta ofrenda de piedra labrada en la
montaña de Oaxaca sirviera de basa para los pisos de arena que fue traída
también de otra región de la Sierra Madre distante a más de 120 kilómetros de
La Venta. Cuando el piso de finas arenas fue concluido, entonces se depositó
una ofrenda en forma de un probable jaguar o quizá la representación del
llamado Monstruo de la Tierra y luego fue también cubierto hasta dejar una
pequeña señal con un promontorio y dos piedras.
Para los olmecas el inframundo era un
lugar donde habitan entidades que requerían ofrendas de los humanos. Según
nuestros antiguos, los dioses crearon a los seres humanos para que fueran,
consentidos, alimentados y atendidos por ellos, es así como podemos entender el
origen de la fuerza religiosa-mística que propició la hazaña de llevar en las
espaldas las arenas y las piedras extranjeras desde regiones distantes y
montañosas para cuidadosamente enterrarlas donde solamente los dioses las
vieran y sintieran.
Los Mayas heredaron de los Olmecas esa
percepción del universo subterráneo y la organización política basada en el
culto a los jefes-divinos emparentados con el Dios del Maíz. Los mayas sublimaron esa percepción
mitológica olmeca. Para nuestros antiguos, lo que se puede ver, lo que es real
a nuestros ojos es un espacio dividido en cuatro puntos cardinales y un centro,
la bóveda celeste es un escenario donde cíclicamente transitan los dioses en
forma de planetas y las 13 Constelaciones son Portales a otras dimensiones
donde tenían contacto con sus ancestros y con una infinidad de entidades que
nosotros hemos decidido llamarles dioses. La tierra era un cocodrilo en un mar
gigantesco y debajo se encontraba el Xibalbá, aposento de los señores de la
noche, región del universo donde los héroes gemelos Xbalamqué y Hunab Kú
vencieron a los señores del Xibalbá después de un Juego de Pelota.
Fue a través de la palabra que
germinaron estas percepciones de la realidad antigua que nosotros llamamos
mitos y que como los de cualquier credo, los mayas sentían y estaban seguros
que todo lo anterior era real, nadie lo dudaba, porque a lo largo de "su
historia" lo decía la palabra hablada, esculpida, pintada e impresa. En
aquellos tiempos, pero sobre todo, "en los tiempos actuales de los indios
mexicanos", la palabra hablada tiene un valor sustancial. Fue a través de
la palabra como los dirigentes configuraron el mundo que deseaban para sus
súbditos. Los mexica (aztecas) llamaron a su jefe supremo "Tlatoani"
que significa el que habla bien, o tiene el don de la palabra. Entre los mayas.
su primer jefe supremo fue llamado Ahau que deriva de Ahuat y significa: el que
grita, el que determina. La palabra en tiempos antiguos transfiguraba al mundo
porque dirigía las decisiones del colectivo.
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