Misterios y Descubrimientos
El Hoyo Negro de Tulum
Los ríos subterráneos
más grandes del mundo se encuentran en los alrededores de Tulum, Quintana Roo,
se les conoce como Aktun Ha, Nohoch Nachich, Autlán, Sac Actun, Oxbel Ha y Dos
Ojos. Temerarios buzos han ingresado desde hace algunas décadas a las oquedades
sagradas para explorarlos y han localizado los restos óseos de animales
prehistoricos y las osamentas de individuos considerados como los más antiguos
del Continente Americano.
Los niveles actuales
de los océanos han experimentado pronunciados descensos durante las glaciaciones,
en algunos casos descendieron hasta 200 metros de su actual nivel. Cuando los
primeros habitantes del Continente Americano deambulaban por la actual
Península de Yucatán, las grutas y oquedades proporcionaban seguridad delante a
sus predadores como los osos gigantes o los tigres diente de sable; saciaban su
sed con el agua que se filtraba de las lluvias e igualmente otros animales
prehistóricos descendían para abrevarse.
Recientemente
Alejandro Álvarez, director del Proyecto Espeleológico Tulum (PET), dio a
conocer uno de los hallazgos más importantes de la historia contemporánea.
Alejandro, junto a su compañeros
de expedición Alberto Nava y Franco Atollini ubicaron los restos óseos de
animales y seres humanos de la Edad de Hielo en un orificio de 50 a 60 metros
de profundidad situado en uno de los ríos subterráneos próximo a Tulum y lo
nombraron El Hoyo Negro. A pesar de que se ha informado su nombre y
localización, prefiero no seguir divulgándolo ya que por su trascendencia histórica, es preferible mantener en
secreto su localización.
El descubrimiento de
fauna e individuos con más de 10 mil años viene a revolucionar nuestra
percepción histórica, a dar sustento a hipótesis que fueron consideradas fuera
de contexto ya que contradicen el status arqueológico mundial y ubican al
Inframundo Maya como uno de los espacios más importantes para estudiar el
cambio climático que tanto inquieta a investigadores y pone en riesgo la
continuidad de nuestras sociedades.
Alejandro Álvarez
expresó a El Universal: “El Hoyo Negro es el hallazgo más grande hasta ahora
registrado en la zona. Su magnitud es impresionante. La importancia del sitio
es que además de humanos hay contexto de animales, plantas, actividades humanas
como hogueras”
Oficialmente se
considera que el Continente Americano se pobló por individuos asiáticos que
cruzaron el estrecho de Bering después de la última glaciación hace unos 13 mil
o 10 mil años. Sin embargo, los trabajos de investigación de la Dr. Silvia
González de la Universidad John Moores de Liverpool, establecen que los pueblos
Pericues de Baja California son de origen Polinesio y, recientemente, en un
estudio publicado en The National Academy of Science por la antropóloga Alice
Storey de la Universidad de Auckland, Nueva Zelanda, se informa que los
estudios genéticos realizados a huesos de gallinas ubicados en entierros
anteriores a Colón, en Arauco, Chile, determinan que las aves domésticas en
cuestión provienen de Polinesia.
Los investigadores
Bruce Bradley de la Universidad de Exeter, Inglaterra y el arqueólogo Dennis
Stanford del National Museum of Natural History de la Institución Smithsoniana
han propuesto una hipótesis que ha cimbrado los pilares de la arqueología
mundial e implica grandes transfiguraciones en la percepción que tenemos los
pueblos mestizos sobre nuestros orígenes. Basados en los estudios comparativos
en técnicas de tallado en las armas de piedra de la Edad de Hielo,
establecieron que la cultura Clovis que ubicamos desde Norte América hasta
Costa Rica y sus antecesores inmediatos situados hace 20 mil años en los
yacimientos arqueológicos de Catus Hill en Richmond, Virginia, USA, no
provienen de Asia sino de Europa.
Ambos investigadores relacionan
con rigor científico a la cultura Solutrense que se desarrolló en España y
Francia con los primeros americanos de la cultura Clovis y los antiguos
residentes de Cactus Hill. Estaríamos entonces delante a una verdadera
transfiguración mental ya que de constatarse la propuesta Bradley-Stanford
finalmente, en términos figurativos, los españoles vinieron dos veces al Continente
Americano y la conquista de una parte de los pobladores de América fue en
realidad entre seres emparentados genéticamente aunque distanciadísimos
cosmogónicamente.
Es en éste prehistórico marco de
referencia intercultural donde el descubrimiento realizado por los buzos independientes
Álvarez, Nava y Atolloni, en el Hoyo Negro de Tulum, adquiere una relevancia
mundial ya que con futuros estudios de C14 y pruebas mitocondriales, podremos comprobar
científicamente los orígenes de los primeros humanos que llegaron al Continente
Americano que en primera instancia es probable que vinieran de Europa y en una segunda oleada
llegaran de Asia.
Si en tiempos sin
memoria pétrea hubo migraciones de Polinesia hacia California y Chile, es muy
probable que igualmente hubiese audaces individuos quienes huyendo de sus
territorios congelados y con los océanos cubiertos de hielo, pudieran haber
emigrado de Europa al Continente Americano siguiendo la línea de costa de los
glaciares tal y como postulan Bradley y Stanford.
Hace unos meses
sustenté basado en estudios botánicos realizados por los investigadores Deena
S. Decker-Walters, Mary Wilkins-Ellert, Sang Min Chung y Jack E. Staub, de la
Universidad de Wisconsin, a tres variedades salvajes de guajes Lagenaria siceraria provenientes de
Zimbadwe, que científicamente, “el guaje o bule utilizado para guardar agua,
pulque o mate en todo el Continente Americano, es de origen africano”.
Detalle del Mural Maya ubicado en San Bartolo, Guatemala en el que se observa a la entidad divina del maíz recibiendo un guaje Lagenaria siceraria. Es notable que tiene el rostro negroide de origen olmeca a pesar de ser un mural maya, lo cual nos indica el entrañable vínculo mitológico de ambas culturas y el origen étnico negroide de la entidad divina más importante para los mayas que recibe el guaje con agua
Ésta prueba científica
nos permite afirmar que hubo una migración africana durante el Neolítico
(cuando los océanos estuvieron 60 o 100 metros por debajo del nivel actual) proveniente
probablemente de las costas de Mauritania hacia Brasil, pasando por las islas
que en aquellos tiempos emergieron de la Dorsal Mesoatlántica (una cordillera
de 40 mil kilómetros situada entre el Continente Americano y África y Europa).
Así entenderemos por qué las primeras civilizaciones de América situadas en San
Agustín, Tierra Adentro en Colombia, Chavín, Perú y en Norte América los pueblos olmecas y
pre-olmecas como Cantón Corralito, Chiapas, evidencian rasgos negroides.
Cerámica pre-olmeca en Cantón Corralito, Chiapas.
Rostro de Cabeza Olmeca / Museo Nacional de Antropología e Historia
San Agustín, Colombia
Una montaña puede
separar culturas e idiomas, climas, usos y costumbres. Los océanos han sido
siempre vías de comunicación. Los seres humanos somos curiosos, queremos saber
qué hay detrás de lo que alcanza a observar nuestra mirada, los cambios climáticos
y los desniveles de los océanos han incitado al criterio humano a experimentar
y a arriesgar la vida para sobrevivir.
Alejandro Álvarez
informó que han firmado un convenio con National Geographic para realizar una
investigación y seguramente tendremos algunos fantásticos reportajes de las
profundidades del Xibalbá como las que nos ha regalado el primer mexicano
nombrado explorador National Geographic, el arqueólogo cancunense y subacuático
Guillermo de Anda, quien en una reciente conferencia comentaba en Cancún que el
sistema de ríos subterráneos de Quintana Roo es una de las más importantes reservas de agua dulce del mundo.
Somos privilegiados al
contar con cenotes históricos, ríos subterráneos, una gigantesca reserva de
agua dulce, los depósitos de restos humanos más antiguos del mundo, temerarios
buzos que indagan los secretos de la historia de la humanidad, investigadores
que entregan sus ejercicios profesionales a su comunidad… los quintanarroenses somos
privilegiados, sin duda, ahora corresponde tomar conciencia de ello para
procurar un equilibrio entre el deseo y la realidad. Vaya una fraterna
felicitación a Alejandro Álvarez, Alfredo Nava y Franco Atollini.
Claudio Obregón Clairin.
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