En una oquedad sagrada ubicada en el municipio de Lázaro
Cárdenas, Quintana Roo, cercana a la ciudad de Kantunilkín, recientemente
encontré y decodifiqué un Relato Mitológico que fue esculpido hace 2 700 años
por artistas-chamanes olmecas quienes plasmaron cinco escenas de su imaginario
religioso relacionadas con la fertilidad, la guerra y los rituales chamánicos
en los que las “coesencias” conocidas como nahuales o wayob’, ascienden entre
serpientes ondulando como el humo en un lenguaje plástico que fusiona la
pintura, la escultura y el bajo relieve; ofreciendo una lectura en tres niveles
visuales; dependiendo del tipo de luz con la que los observemos, revelan siempre
un contenido parcial o diferente. Son obras de Arte Chamánico realizadas en
estados alterados de conciencia.
Primera aproximación
Presento hoy un acercamiento inicial a la lectura e
interpretación de la primera escena del Relato de Xibalbá que descubrí hace
unas semana y que el Dr. Dominique Rissolo registró como Paneles A, B y C en su
estudio sobre las cuevas ubicadas en la región llamada “Yalahau” que publicó en
el Boletín número 12 de la Association for Mexican Cave Studies en el año 2003
aunque sus exploraciones las realizó
en 1996 y volvió en 1997. Aquí el link para consultar el reporte del Dr.
Dominique Rissolo (a partir de la página 62) http://www.amcs-pubs.org/bul/bul12.pdf
Sugiero una lectura global, interpreto que la que las
imágenes forman un único Relato Mitológico-Chamánico compuesto por cinco
escenas intercomunicadas. Son cinco movimientos de una obra ritual con tres
discursos figurativos y dos simbólicos.
Tomando como referencia la fotografía y el dibujo que
realicé de la primera escena del Relato de Xibalbá, propongo
iniciar su lectura en el costado superior derecho donde una oquedad en la piedra
fue transfigurada por los artistas-chamanes-olmecas en una cueva de la cual
emerge el dibujo de una lengua que culmina en una cascada de estalactitas; hay
un cráneo esculpido de un misterioso ser a la entrada a la cueva.
Fotografía y dibujo de la Primera Escena del Relato de Xibalbá
A la izquierda de la oquedad en la piedra, aparece un
individuo esculpido de manera elemental, su boca está abierta y denota gruesos
labios y ojos almendrados, alza sus manos en señal de alabanza y sostiene con
la izquierda un maniquí o una pequeña escultura, el humano porta en su vientre
una máscara con la boca abierta en tanto que una lengua de serpiente desciende
sobre su cabeza; a su lado, un rostro sutil --quizá el de un infante--, porta
un peculiar sombrero con telas y piedras preciosas y delante a su rostro,
aparece un pequeño ser con un sombrero cónico que lleva los brazos extendidos,
pareciera un juguete.
Este espacio con dibujos y personajes esculpidos,
representan el ámbito terrenal, inmediatamente después a ellos descienden unas
“estalactitas planas” que se han formando sobre la roca y que los artistas del
Relato utilizaron como un filtro que separa lo humano de lo divino en la parte
baja cuentan con unos gastados dibujos que representan volutas enroscadas.
Una Serpiente Voladora esculpida sobre una prominencia del
muro se sostiene en el aire y presenta un rostro esculpido con rasgos olmecas, a
la altura de su mejilla derecha, es flanqueado por las escultura de un guerrero
con escudo y en su costado izquierdo aparecen labradas dos cuentas de jade, una
circular y otra rectangular; la entidad presenta los ojos grandes y
almendrados, la lengua bífida y retorcida, la nariz está unida a las cejas,
lleva orejas de murciélago, en una de ellas hay una flama en la parte superior
y aparece un rostro delante a ella. Es toda una composición de la cual surgen
serpientes pintadas y en bajo relieve algunas atraviesan los cuellos de dos wayob’,
nahuales o coesencias, otras envuelven hachas o dan forma a rostros surgidos de
las sombras.
En el discurso mitológico y en el ámbito plástico, el hacha
suspendida es el elemento dominante de ésta composición, está envuelta por dos pequeñas
cabezas de serpientes. De su parte inferior desciende una línea entrecortada y
blanca que la mantiene en contacto con la máscara triangular ubicada abajo de ella.
En la parte inferior dos hachas configuran el contorno de un semicírculo en el
que al fondo a la derecha acecha el rostro de un jaguar (las hachas fueron
sustanciales en los tiempos olmecas porque no existieron metales duros y además
mostrar su calidad durante el intercambio comercial, tenían la doble función de
ser excelentes armas o precisos instrumentos para cortar. Podemos dimensionar
la importancia de las hachas en el imaginario de nuestros ancestros hacia el año
700 a. C si recordamos que ochocientos años después, en la escritura
jeroglífica maya, cuando una ciudad era conquistada, se escribía que era
“hachada”).
Al centro del semicírculo hay una “T” invertida, el símbolo
“T” sabemos que simboliza al viento, al hálito divino, al sonido e invertida,
proviene del Inframundo que también se representaba con el número 9; junto a la
cabeza de jaguar se encuentra una
barra y dos puntos lo que en numeración maya equivale al 7 pero hay vestigios
de que desapareció la mitad, originalmente había cuatro puntos y la barra era
más larga por lo que el número era el 9.
¿Rostro Teotihuacano en una cueva maya con petroglifos olmecas?
¿Teotihuacan?
Reconozco que hace unas semanas me entusiasmó observar máscaras
triangulares que parecían teotihuacanas, lo cual, resulta completamente
incomprensible e imposible, porque cuando los chamanes-artistas crearon el Relato
de Xibalbá, Teotihuacan no era ni un pequeño ranchito; la máscara en cuestión
aparece sobre el rostro de un nahual olmeca situado por debajo y ligeramente a
la izquierda del rostro de la serpiente, fue esculpida en una curvatura que
ofrece una vista tangencial de la escultura a menos que uno se acueste en las
rocas y la mire hacia arriba, de todas maneras, desde cualquier ángulo, cuando
se ilumina con una lámpara o se fotografía con flash, en efecto, se confirma
que la máscara es triangular y parece teotihuacana: posee un mentón breve y el
rostro es semitriangular, evidencia la frente amplia y destacan sus grandes
ojos almendrados; cuenta con todas las características teotihuacanas.
Cuando la lógica y los análisis históricos negaban la
presencia de una máscara teotihuacana en el 700 a. C, busqué una explicación en
el discurso plástico y, por empatía iconográfica, sugiero que el rostro
triangular puede derivar de la forma de las hachas que son el motivo principal
del arco dibujado en el muro así como en la primera, segunda y tercera escenas
del Relato (Paneles A y B, C y D de Rissolo).
Los recientes descubrimientos de ofrendas de hachas en El
Manatí nos indican el valor sustancial que los olmecas dieron a las hachas y
sugiero que la presencia de un rostro con mentón breve y frente amplia que
evidenciamos en el Relato de Xibalbá: es una expresión empática del arte
chamánico en el que los objetos se tornan sujetos.
Se observan los filamentos energéticos que reptan como el humo para formar los cuerpos de los Wayob'
Más tarde observé con la luz de una vela que la máscara
triangular surge del rostro de un individuo olmeca y con mayor precisión, de su
cachete, como una serpiente que repta y luego se ensancha hasta convertirse en
el rostro triangular, el personaje que también asciende como “surgido de la
lámpara de Aladino”, lleva las manos unidas, el pulgar de la mano izquierda es
sujetado por los dedos índice y gordo de la mano derecha, ésta entidad se
encuentra confrontada visualmente con un severo rostro quien a su vez es acompañado
por otros rostros muy apretados los unos con los otros; el flujo energético que
los envuelve sigue ascendiendo hasta que otros dos rostros que parecieran la
expresión de una entidad y su doble --destacando que uno es blanco y el otro
oscuro--, son atravesados a la altura de sus cuellos por una serpiente que
surge desde la frente del rostro olmeca con orejas de murciélago.
Dos Wayob' , uno de rostro oscuro y el otro blanco, una serpiente los envuelve por el cuello
Aquí observamos los cuerpos completos de los Wayob' delante a la Serpiente Voladora de Xibalbá
Los rostros, máscaras y entidades mencionadas reptan
desprendiéndose de una franja que pareciera la cola de un reptil y que forma
parte de la segunda escena. En el Relato de Xibalbá cuatro escenas están intercomunicadas a lo largo de un discurso
unitario y la quinta está situada enfrente del muro, en una enorme piedra que
fungió también como altar.
Lo Etéreo y el Resumen
La segunda escena posee un lenguaje conceptual en el que
predominan rostros, máscaras, glifos de la palabra, grecas y hachas situadas en
los bordes de una concavidad natural incorporada al lenguaje simbólico de la
que uno de sus extremos, surge una flor como símbolo de fertilidad, de la
guerra y de la efímera belleza.
En la Primera Escena del Relato de Xibalbá encontramos dos
estadios de conciencia: la vigilia y el ensueño, lo mundano y lo divino, el
discurso inicia con un agradecimiento de los humanos a la voluntad de las
entidades que propician desde una oquedad el surgimiento de las aguas vitales y,
al concluir la danza y las ofrendas, aparece una cascada pétrea suspendida en
el tiempo que separa la realidad divina con la de los mortales.
Dos personajes de la Primera Escena bailan y dan ofrendas junto a la cascada de estalactitas
Del otro lado de la conciencia, en lo sagrado, la Serpiente
Voladora sostiene un encuentro con entidades energéticas agrupadas en una
cortina de humo y una de ellas tiene el suficiente Poder Personal como para
ascender individualmente y cubre parte de su rostro con una máscara triangular
que está en contacto con el hacha dominante a través de una misteriosa línea
blanca que desciende desde el hacha hasta la máscara triangular.
En ese ámbito serpentino, los wayob’ se confrontan
visualmente entre sí, algunas son independientes y poseen buenas relaciones en
tanto que otras son sometidas por el cuello por una vigorosa serpiente.
La Serpiente Voladora del Relato de Xibalbá y los Wayob'
Hace 2 700 años, los chamanes-artistas de origen olmeca que
crearon el Relato de Xibalbá, consideraron trascendente presentar los cuerpos
energéticos se sus wayob’, nahuales o coesencias, en vital comunión con una
arcaica Serpiente Voladora que siglos después la escritura jeroglífica reconocería
como Wuaxaklahun Ubah Chan (Las 18 imágenes de la Serpiente) y en un todavía
más lejano tiempo, en las Crónicas Coloniales se le nombró Kukulkán y los
mexicah (aztecas) la llamaron Quetzalcoatl.
La segunda escena se funde con la tercera, configuran una pausa gráfica en la que aparecen glifos
de la palabra, símbolos de la dualidad, vulvas alusivas a la fertilidad y se
mantienen presentes las hachas que ahora son pequeñas y están suspendidas o
colocadas en los bordes de las concavidades. Sorprende la presencia de un
triángulo y sobresalen dos flores con enormes pétalos.
Mañana nos referiremos a la escena 4 que se ubica sobre un
cenote y que presenta a un enigmático danzante con rostro de flama, sobresale
un nicho que semeja la boca abierta de una serpiente o una vulva… nos aguardan más
secretos revelados de la Gruta de Xibalbá
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