Hoy iniciamos, todos nosotros, en compañía de Claudio, una nueva vida. Hoy damos la bienvenida al nuevo hogar que tendrá Claudio Obregón. Todo tiene su ciclo, hoy culmina uno e inicia otro, en el que su presencia permanecerá aquí de otra manera. Todos los que ahora somos parte de la Compañía y también sus dos hijos Claudio y Gerardo, queremos que su vida nueva la viva aquí. Qué mejor para nosotros, los que ahora formamos parte de la Compañía Nacional de Teatro, que el gran Claudio nos acompañe, presencie nuestro trabajo y sea parte integral de nuestros montajes. Estamos seguros que él también hubiera deseado lo mismo. Hace poco se le pidió a Claudio que enviara un currículum para la promoción del montaje de Endgame la última obra que representó en su vida y precisamente aquí, en este teatro. Él prefirió redactar su propia semblanza, la cual tituló “Semblanza de Claudio Obregón por él mismo” y dice así:
“En este año del 2010, Claudio Obregón recordará que inició hace 51 años sus menesteres artísticos. Al principio sólo con certezas e impulsos a ciegas, o casi. Con pasión desmedida siempre, hasta el día de hoy. Han desfilado por su mente y calado en su alma los más diversos y contradictorios personajes: Hernán Cortés, Augusto Strindberg, Isabel I de Inglaterra, Herodes el de Wilde, Bartolomeo Vanzetti, el Rey Lear, Niehls Bohr, Giacomo Casanova, Maximiliano de Habsburgo y tantos otros que sólo los más antiguos de la legión los recuerdan. ¿Qué fue de todos ellos? ¿Qué sucedió con Claudio? Pues obvio, ellos se fueron a habitar el panteón teatral de los sucesos efímeros y Claudio, desvencijado y valeroso todavía, intenta conquistar nuevas palmas de las generaciones postmodernas. Claudio sabe, como todo buen soldado, que en la trinchera de las imaginerías, los personajes, la tramoya, el público y las luces pueden dispararle a muerte o dejarlo malherido. Pero entonces él, Claudio y su amor al teatro dirán la última palabra.”
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