La mejor forma de rendir homenaje a un actor es recordando su obra. Lamentablemente, en el teatro, esa obra desaparece con la última función.
Tuve la fortuna de trabajar con Claudio, hace muchos años (casi 40) en cine, y por ello, y porque lamentablemente no puedo acompañarlos en este homenaje al amigo, es que prefiero compartir su imagen con ustedes, una parte pequeña, bastante pequeña de su larga trayectoria.
REED, MÉXICO INSURGENTE, era la primera película que hacíamos, no solo yo, sino todo el equipo, la productora, el fotógrafo, los sonidistas y buan parte de los actores, de los cuales muchos no eran profesionales, sino amigos de todo tipo que actuaban su propio papel en muchos casos.
Claudio, entonces, ya había hecho una veintena de trabajos en el cine y televisión.
Como casi es costumbre en nuestro medio, el trabajo se hizo casi sin dinero, en condiciones difíciles, pidiendo prestado no sólo recursos financieros, sino incluso caballos, hospedajes, haciendas y hasta el uso de un tren.
Las condiciones de trabajo para el propio Claudio, fueron francamente difíciles pero nunca, no sólo no se quejó de nada sino que disfrutaba el reto y lo resolvía siempre con talento y buen humor.
Su generosidad con nosotros y su congruencia y compromiso con el trabajo, fueron una gran lección para todos los que lo tuvimos cerca.
Como lo fue hasta el final, hasta “el final del juego”, que de alguna manera nos dejó como testamento y despedida.
Quedan además, por lo menos, casi 70 trabajos suyos registrados en cine o televisión y no sé si alguna obra de teatro filmada, que nos permitirán recordar su imagen, su lucidez, su honestidad profesional y humana, la misma que mantuvo siempre desde los tiempos en que nos encontrábamos a “componer el mundo” y ver las ardillas correr por el café de Radio UNAM, cuando aún estaba en Ciudad Universitaria, y nos reuníamos con Margules, con Gurrola, con el “perro” Estrada, y con tantos otros que, cada cual a su modo, han contribuido a construir, a pesar de los obstáculos, la cultura de este maltratado país, que tanto también le dolía y por el que también trabajó.
Un abrazo, un abrazo a la familia, a los amigos, a los colegas.
Y un fuerte abrazo, así sea imaginario, a Claudio, al amigo, al colega.
Paul Leduc
Palabras leídas durante el homenaje a Claudio Obregón el martes 16 de noviembre en el foro de la Compañía Nacional de Teatro.
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