domingo, 2 de enero de 2011

Los Dioses de Ayer

                                                                                



Durante la mayor parte de nuestro proceso evolutivo, las hembras se ocuparon de criar y cuidar a las crías, recolectaban vegetales, semillas y tubérculos, cocinaban, iban por el agua, hacían manualidades… en tanto, los machos se dedicaron a la caza, Las mujeres tuvieron el control de la economía ya que la recolección de alimentos era la base alimenticia de nuestros tatarabuelos, Nuestros tatarabuelos de hace 25 000 años relacionaron los eventos de la naturaleza con los ciclos de fertilidad femenina y con el milagro de gestar una vida en el vientre materno, estos factores determinaron el primer dios, fuera mujer.



En el mundo antiguo, se realizaron “figuras” en piedra o barro representando mujeres “regordetas” y con caderas y senos exageradamente voluptuosos (como las Venus de Willendorf, Grimaldi y Laussel con edades de 23 a 25 Mil años, o las estatuillas japonesas que realizaron en barro los artesanos de la cultura Jōmon, en el actual Japón, hace 10 000 años y las mujeres del Preclásico mesoamericano (1800 a. C.) que se manufacturaron en Tlatilco, Cuicuilco y Tetepilco (al sur de la actual Ciudad de México).


Venus de Willendorf


Venus de Grimaldi

Cerámica de la cultura Jōmon


Cerámica de Tlatilco

Durante miles de años los seres humanos vivieron en un sistema social basado en el “matriarcado”, cuando se desarrolló la agricultura, las mujeres fueron perdiendo el control de la producción de alimentos y, consecuentemente, disminuyeron sus derechos, los hombres iniciaron su explotación laboral y sexual, les sembraron inseguridad en su psique y en un abrir y cerrar de siglos, las mujeres pasaron de ser sujetos a objetos… este penoso proceso de sumisión femenina, desgraciadamente para ellas y para la evolución de la humanidad, prevalece después de 5 mil años en casi todas las sociedades.


Establecida la sociedad agrícola—machista, los dioses se volvieron duales, nuestros tatarabuelos se preguntaron sobre el origen de las cosas y encontraron dos respuestas para la creación: la primera plantea que el Universo ha sido creado por los dioses (o por Dios) y la segunda propone que todo se formó a partir de un caos primitivo y en algunas tradiciones las dos teorías se complementan.

 

Lo que resulta revelador de un origen común para todos los hombres, es que desde Polinesia hasta Mesopotamia, así como de China a Mesoamérica pasando por África y Sudamérica, todas las tradiciones orales y todas las escrituras sagradas coinciden en que existió un caos primigenio, un silencio absoluto, un mar primitivo, el nacimiento y la destrucción de “otros hombres”, serpientes de luz y de pilón: un diluvio.


En lo oscurito

 

El libro sagrado maya Popol Vuh nos informa que en el inicio “todo estaba en suspenso, todo en calma, en silencio; todo inmóvil, callado, y vacía la extensión del cielo”, en Japón, los relatos del Shinto comentan que “al principio había el caos, como un mar de aceite. De aquel primer caos surgió algo como el vástago de un junco. Resultó ser una deidad que fue llamada El Señor Eterno Ordenador”, los fenicios dijeron que en el principio había “un aire turbio y ventoso o un soplo de viento y caos oscuro”, los sumero—acadios pensaban que “al principio de las cosas, cuando arriba, el Cielo no tenía aún denominación, y abajo, la Tierra carecía de nombre, solamente existía Apsú, el océano primordial y Tiamat, el mar impetuoso”.


Los polinesios inician la historia del Universo con un caos (Po), del que salieron sucesivamente la luz, el calor , la humedad y finalmente el Cielo y la Tierra, Sus vecinos, los melanesios, cuentan que cuando todo comenzó, lo único que existía en el Universo era el océano y recurren a la presencia de una serpiente para explicar las mareas, los chinos cuentan que el primer hombre habría sido Pan-ku, nacido del caos por la conjunción del principio masculino Yang y el femenino Ying, de sus pulgas, evolucionaron los seres humanos.


Pan-ku



Echando a perder se aprende

 
Es igualmente común en todos los pueblos antiguos, la noción de la inestabilidad del mundo y, por tal motivo, se crean los dioses protectores y/o malévolos a quienes hay que rendir tributos, La mayoría de las creencias antiguas coinciden en que el Universo está destinado a desaparecer y que surgió después de infructuosos intentos que irremediablemente terminaron en cataclismos.

 
Ahora bien, deteniéndonos en el semáforo, podemos observar de un lado de la banqueta a la mitología griega quien justamente nos cuenta que al principio del inicio: existieron cuatro tipo de seres humanos y se les conoce como los de La Edad de Oro, Edad de Plata, Edad de Bronce y Edad de los Héroes, en el otro lado de la banqueta, los mexica (aztecas) plantean (en La Piedra del Sol o Ollin Tonatiuhtlan conocida mundialmente como el Calendario Azteca realizada en 1470 bajo las órdenes del tlatoani –rey- Ahuizotl) que nos han precedido cuatro soles o eras con sus respectivos seres: El Sol Jaguar (Ocelotonatiuh), El Sol del Viento (Ehécatonatiuh), El Sol de la Lluvia de Fuego (Quiauhtonatiuh) y el El Sol de Agua (Atonatiuh –visión mexica del Diluvio Universal).

Pidra del Sol



Las Cuatro Eras y al Centro el Quinto Sol



El Diluvio Universal es un concepto mitológico que encontramos en las religiones y mitologías de la India, Egipto, China, Escandinava, entre los mexicas y los inuit (mal llamados esquimales), en las crónicas babilónicas, en el judaísmo y en el cristianismo, Aunque Noé es dueño del Copy Right, el testimonio escrito más antiguo del Diluvio se localiza en el poema que narra la epopeya de Gilgamesh (1 500 a. C.), héroe sumerio, y de ahí pudo haberse propagado por todo el mundo, es probable que ocurrieron varios diluvios y no solamente uno, a causa de las variaciones del eje terrestre que provocan cambios climatológicos y el aumento o la disminución del nivel de los océanos.

Los dioses creadores de las sociedades agrícolas se componen de dos elementos complementarios, en la India la pareja primordial Cielo—Tierra es un símbolo cósmico, El Cielo representa por lo general al elemento masculino “Diaus” (el día, “El Luminoso”) y el elemento femenino Ptithivi (“La Vasta”, “La Ancha”) a la Tierra, Los Chinos interpretaron al Ying y al Yang como las fuerzas vitales de todas las cosas, Los mexicas narraron que existió una divina unidad llamada Ometeotl compuesta por el dios Ometecuhtli, “El Señor de la Dualidad” y de la diosa Omecihuatl “La Señora de la Dualidad”.

Ometeotl


Ometecuhtli es el patrón o dios protector del primer signo del calendario, “Cipatli” el monstruo mítico que lleva la Tierra sobre sus espaldas (como el “Atlas” griego) y Omecihuatl es la patrona del último signo “Xochitl” la flor que habita también los cielos superiores. Entonces, la pareja divina es el principio y el fin del tiempo, donde termina uno inicia el otro… así interpretaron nuestros mayores al tiempo circular.

Cuando algunas sociedades agrícolas evolucionaron, relegaron a las diosas a un segundo plano y aparecieron los dioses masculinos supremos --todos hijos de la pareja primordial-- quienes dominaron sobre los otros dioses y gobernaron la Tierra, como ejemplos tenemos a Zeus en Grecia, Quetzalcóatl, y Kukulkán en Mesoamérica, Viracocha en el Perú, Júpiter en Roma y Horus en Egipto.

 
Una escalera larga y otra cosita


Para nuestros abuelos, era fundamental encontrarse a sí mismos a través de los dioses y localizar un Centro que fungiera como vaso comunicante con ellos. Vivir en el Centro del Universo significa seguridad y ser privilegiados por los dioses pero ¿dónde está el Centro del Universo? Pues donde uno lo decide y por ello, los Ahauob (reyes mayas) del Clásico (0-850 d. C) realizaban un ritual en el que centraban al mundo con el cetro de poder que en las estelas portan entre los brazos y que representaba al mismo tiempo: a un monstruo con dos cabezas y al árbol-ceiba que sostenía al cielo desde la tierra (fue identificado por vez primera por Linda Shele y lo nombró Wakan Chan), Una vez ubicado el Centro del Universo, se procede al inicio de la construcción de las Montañas Sagradas (pirámides) que comunican con el Cielo, morada de las fuerzas divinas.

Ahau (rey) maya con el Wakan Chan entre las manos 


Nosotros las llamamos pirámides, pero para los mayas históricos eran Montañas Sagradas, y realizando un análisis histórico, sucede que las Montañas Sagradas se encuentran también en casi todas las Civilizaciones Primigenias, así, en las creencias de la India, el monte Meru se alza en medio del mundo y por encima de él brilla la estrella polar, Moisés recibió las tablas de la moralidad en una montaña, para los cristianos, el Gólgota se encontraba en la cima del mundo, era a la vez la cima de la montaña cósmica y la localización donde Adán había sido creado y enterrado, en la terminología mesopotámica, los templos se llaman: el “monte casa”, la “casa del monte de todos los países”, un amigo Vasco, me confió que una de las profundas inquietudes de los nacidos en Euzkadi, es ascender las montañas, la tradición budista explica que la creación parte de una cima, es decir, de un punto que es a la vez central y trascendente, “Apenas nacido, el Bodhisattva planta sus pies en el suelo y vuelto hacia el norte, da siete zancadas, alcanza el cielo y exclama: Yo soy quien está en la punta del mundo (aggo´hjam asmi lokassa), yo soy el primogénito del mundo (jettho´ham asmi lokassa)” al alcanzar la cima del mundo, Buda se convierte en contemporáneo del comienzo del mundo.

Espejos

 
En nuestros soles, la mayoría de los seres humanos interpretan a un solo Dios omnipotente y omnipresente, por lo que el pensamiento politeísta les parece ajeno y distante, sin embargo, el monoteísmo es relativamente reciente en la historia de los seres humanos y tiene influencias así como trazos de aquellos tiempos cuando nuestros tatarabuelos veneraban a las fuerzas vitales de la Naturaleza.

La creación de los dioses se fundamentó en las actividades de los hombres y quizá por eso, las culturas agrícolas veneraron a la serpiente, ya que es un icono que representa fertilidad y virilidad, sin embargo, la mayoría de los occidentales se muestran temerosos delante a las serpientes porque heredaron de la tradición judeo-cristiana el concepto de la serpiente “mala” que indujo al pecado, Las culturas que encontraron sagrada a la serpiente, fueron agricultores, por el contrario, los hebreos fueron pastores y no consideraron a la tierra como una madre y sustento para Centrar el Universo e iniciar la construcción de las Montañas Sagradas que unieran a los hombres con los dioses.

Los Dioses de Ayer tienen un origen en común, los mitos que narran sus virtudes y sus andanzas por nuestro mundo, han dado pie a fantásticas y psicotrópicas interpretaciones que ubican continentes perdidos o relaciones entre sociedades que no fueron contemporáneas, como la maya y la egipcia, sin embargo ¿por qué compartimos los seres humanos los mismos mitos si hubo pueblos que nunca establecieron contactos? La respuesta no está en los frutos sino en las raíces, "todas las culturas primigenias tienen un pasado común que se ubica en las culturas boreales".

En futuras entregas plantearé una novedosa tesis que ubica los motivos por los cuales las religiones y los mitos ancestrales comparten la visión de un Diluvio Universal, Gigantes, Montañas Mágicas, seres que nos precedieron, el Culto a los Árboles, el mundo subterráneo como proveedor de la vida, veneración de las serpientes y otras semajanzas que más que coincidencias, son recuerdos de una gélida época en la que los seres humanos, junto a los glaciares, compartieron carencias, miedos, logros, aciertos y visones de un mundo energético que plasmaron en su mitos y más tarde en el origen de las religiones.






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